Pensar en un belén navideño suele llevarnos, casi de forma automática, a la escena clásica del nacimiento: el Niño Jesús, María y José, el buey y la mula. Pero esa imagen tradicional se transforma por completo cuando se cruza la puerta del Museo Internacional de Arte Belenista, en Mollina, a apenas 30 minutos de Málaga. Allí, la tradición se convierte en arte y, en muchos casos, en auténtica sorpresa. Así lo ha contado en COPE MÁS Málaga el fundador del museo y presidente de la Fundación Díaz Caballero, Antonio Díaz, durante una entrevista radiofónica en la que ha desgranado algunas de las piezas más curiosas que pueden verse esta Navidad en un espacio único en el mundo, con más de 5.000 metros cuadrados de exposición y abierto durante todo el año. Entre las escenas que más llaman la atención de los visitantes hay una que rompe por completo con cualquier expectativa previa: un belén procedente de Alaska, tallado en madera, en el que el tradicional buey y la mula han sido sustituidos por una foca y un oso. “Pensar que alguien en Alaska tiene un belén ya sorprende”, explicaba Antonio Díaz en COPE MÁS Málaga, detallando que esta pieza forma parte de una amplia colección internacional que reúne representaciones del nacimiento adaptadas a la cultura, el entorno y los materiales de cada lugar del mundo. Otra de las curiosidades que pueden verse en el Museo Internacional de Arte Belenista son los belenes procedentes de distintos países africanos. En este caso, las figuras están talladas en madera negra, con un estilo sencillo y popular, muy alejado de la sofisticación de los belenes napolitanos o sicilianos. Según explicaba su fundador, estos belenes no destacan por su valor económico ni por la calidad artística clásica, pero sí por su enorme valor cultural y etnográfico. “Son pequeños detallitos”, contaba Díaz, que reflejan cómo la tradición belenista ha llegado a prácticamente todos los rincones del planeta. El recorrido internacional del museo es fruto, en buena parte, de donaciones. Una de las más importantes llegó desde Madrid, cuando una familia cedió a la fundación una colección reunida durante toda una vida de viajes. Gracias a ella, el museo pasó a contar con belenes de más de 200 países, una cifra difícil de imaginar incluso para los más apasionados del belenismo. Actualmente, el museo va rotando estas piezas y cada año expone belenes de una selección de países distintos. En esta temporada pueden verse, entre otros, belenes procedentes de México, Perú, la India o Alaska, una diversidad que convierte cada visita en una experiencia distinta. La exposición de esta Navidad tiene como hilo conductor a los Reyes Magos, y también aquí las escenas se alejan de lo convencional. Entre las 41 nuevas composiciones expuestas este año hay una especialmente llamativa: una escena en la que los Reyes Magos aparecen preparando regalos en una nave industrial alquilada en Sabadell, envolviendo paquetes antes de salir a repartirlos la noche del 5 de enero. Junto a esta escena, el visitante puede encontrar representaciones del paso de los Reyes por el castillo de Herodes, un belén en el que un niño sueña la noche de Reyes mientras imagina los regalos que desea, o la historia del cuarto Rey Mago, Artabán, una figura legendaria que, según el relato, llegó 33 años tarde al encuentro con Jesús. Ocho años después de su apertura, el Museo Internacional de Arte Belenista sigue manteniendo el interés del público gracias a un esfuerzo constante por renovar sus escenografías. Tal y como explicaba Antonio Díaz en COPE MÁS Málaga, “cuando vienes un año tras otro, no ves lo mismo”. Las escenas cambian, las temáticas se renuevan y el museo se mantiene “vivo”. Ese carácter cambiante ha permitido que muchos visitantes repitan la experiencia, atraídos no solo por la tradición navideña, sino por el valor artístico de las piezas, con juegos de perspectiva, profundidad, luz y color que convierten cada belén en una auténtica obra de arte. Aunque la Navidad es uno de los momentos de mayor afluencia, el Museo Internacional de Arte Belenista permanece abierto durante todo el año. Fuera de las fechas más señaladas, es posible incluso realizar visitas guiadas, una opción muy valorada por quienes desean comprender mejor el significado y los detalles de cada escena. Antonio Díaz lo resume con una idea clara: quien visita el museo “no se lo espera”. Y eso es precisamente lo que convierte este espacio en una propuesta distinta para disfrutar en familia, descubrir curiosidades llegadas de todo el mundo y redescubrir el belén como una expresión artística universal. Una experiencia cultural singular que sorprende tanto a visitantes de fuera de Andalucía como a los propios malagueños que, a veces, aún no conocen que a solo media hora de casa se encuentra el museo de belenes más grande del mundo.