El obispo de Huesca y Jaca marca sus deseos en Navidad: "Dejémonos transformar por él, que nos dé un corazón de niño"

Monseñor Pedro Aguado, obispo de las diócesis de Huesca y Jaca, ha aprovechado la Nochebuena para compartir un mensaje de esperanza y detallar los planes de futuro para la comunidad católica del Alto Aragón. Aguado ha calificado la noche como "una noche mágica" que recuerda que "Dios se hizo niño y niño pobre en Belén". El obispo ha pasado esta fecha tan señalada en Jaca, donde ha oficiado la Eucaristía en la residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, para después cenar con sus hermanos escolapios y celebrar la tradicional Misa del Gallo en la Catedral. Para el día de Navidad, su agenda le llevará a Huesca, donde presidirá la celebración en una de las parroquias de la ciudad. En sus primeros seis meses al frente de ambas sedes episcopales, monseñor Aguado ha priorizado una fase de "muchísima escucha", como él mismo la define. Su objetivo ha sido "conocer y entender" la realidad de las parroquias y delegaciones diocesanas, dialogando con numerosas personas para captar "el sentir, las preocupaciones y las alegrías" de la comunidad. Este periodo, que describe como "precioso y muy bonito", también ha sido "muy empeñativo" por la gran dedicación que requiere, pero es un paso fundamental, según afirma, "para la construcción de un proyecto". Para Aguado, que proviene de una trayectoria dedicada a la vida religiosa, la educación y la misión coordinando escuelas en diversas partes del mundo, el ámbito diocesano es "muy nuevo". Esta novedad le ha traído sorpresas, la mayoría de ellas "muy buenas", al encontrar una comunidad con un fuerte deseo de cambio. "Lo que estoy encontrando es gente deseosa de colaborar, de construir y de dar pasos nuevos, y eso es siempre muy bonito", ha afirmado el obispo. Este espíritu de cooperación es el pilar sobre el que quiere edificar el futuro de las diócesis de Huesca y Jaca, forjando poco a poco lo que él considera "una gran familia" con la que comparte la alegría de que "Dios se hace uno de nosotros". Con la mirada puesta en el futuro inmediato, el obispo ha desvelado su gran reto: presentar, en un plazo de seis meses, "un proyecto consensuado" para ambas diócesis. La meta de esta hoja de ruta es lograr unas diócesis "más capaces de vida, más capaces de misión, más capaces de anuncio, de propuestas". Para ello, uno de los ejes centrales será el trabajo en torno al Sínodo, un proceso que busca una mayor implicación de todos los fieles. De hecho, ha adelantado su intención de traer a Huesca a uno de los directores del Sínodo a nivel de Roma para que explique la realidad de este proceso y anime a la comunidad a participar activamente. "Necesitamos ir adelante en este proceso sinodal, y el proceso sinodal tiene que confluir en ser más corresponsables", ha subrayado monseñor Aguado, marcando así el camino hacia una Iglesia más participativa. Finalmente, el obispo ha querido recordar el titular más importante de la Nochebuena, citando el Evangelio de Lucas (2, 7): "La Virgen dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no tenían sitio en la posada". Con esta imagen, ha destacado que la gran noticia es que Dios toma la decisión increíble de compartir nuestra condición. Su deseo para todos los fieles en esta Navidad ha sido claro: "Acojamos a este niño que nace y dejémonos transformar por él, que nos dé un corazón de niño".