En aquellas fiestas de 1975 se vendió más pavo que nunca. “Está a la orden del día”, decían en alguno de los puestos a pregunta del reportero de INFORMACIÓN. Este ave de corral se vendía a 100 pesetas el kilo. Al otro lado de la arteria principal de aquella Alicante que desde hacía alguna década comenzaba a mirar más allá de su parte histórica, una cola kilométrica. En la calle José Antonio, hoy Constitución, cientos de alicantinos a la espera de otro animal, el Tiburón de Steven Spielberg.