El Palacio Real de Madrid se convirtió de nuevo esta Nochebuena en el escenario elegido por Felipe VI para dirigirse a los españoles en su tradicional mensaje de Navidad. Por tercera vez desde su proclamación como Rey en el año 2014, Don Felipe habló desde la residencia oficial de la Jefatura del Estado y, por segundo año consecutivo, lo hizo desde el Salón de Columnas, un espacio que ha servido como telón de fondo de buena parte de la memoria democrática reciente y que sirvió para reforzar el contenido de un discurso centrado en la convivencia democrática, la confianza y el proyecto compartido de España. Cuarenta años después de que, el 12 de junio de 1985 , se firmase en el Salón de Columnas el Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas, lo que hoy es la Unión Europea, el Rey se situó en ese marco histórico para subrayar la trayectoria democrática del país y su vocación europea, enlazando el pasado de consensos con los desafíos del presente: la necesidad de preservar la convivencia democrática en un momento en el que «atravesamos una inquietante crisis de confianza». Felipe VI intervino de pie durante los 9 minutos y 2 segundos que duraron sus palabras —10 minutos y 29 segundos en total, incluidos los himnos—, una puesta en escena que transmitió firmeza, seriedad y solemnidad. Vistió traje azul marino, camisa blanca y corbata color terracota con estampado geométrico, una combinación sobria, alejada de cualquier estridencia, que encaja con el tono institucional del mensaje. Mantuvo una postura recta y firme que sirvió para subrayar la gravedad del diagnóstico y su voluntad de dirigirse directamente a los ciudadanos. A la derecha del encuadre se situaron las banderas de España y de la Unión Europea . A la izquierda, los símbolos navideños aportaron el contrapunto tradicional: un árbol de Navidad y un misterio del primer cuarto del siglo XVIII , realizado en madera tallada y policromada, procedente de la colección de Patrimonio Nacional conservada en el Monasterio de las Descalzas Reales. La presencia del nacimiento del Niño Jesús, junto a la Virgen María y San José, hiló el mensaje con la tradición cristiana de la Navidad pero sin predominar por encima del discurso político e institucional. En el fondo del Salón de Columnas, con sus elementos artísticos habituales, destacaron el tapiz con escena de Los Hechos de los Apóstoles , obra de Jan Raes y Jacob Geubels II del siglo XVII, siguiendo el original de Rafael Sanzio para la Capilla Sixtina. Junto a él, varios bustos de retratos romanos —Julia Domna, Vibia Sabina o Galba— y el conjunto escultórico Carlos V y el Furor, copia del original de Leone y Pompeo Leoni conservado en el Museo Nacional del Prado. Las referencias históricas y artísticas aportaron una imagen de continuidad del Estado a lo largo de los siglos y la conectaron directamente con unas palabras del Rey que estaban centradas en el presente y el futuro de España. La cabecera previa al mensaje reforzó la idea de solemnidad institucional. Durante el himno nacional de entrada, se emitieron imágenes nocturnas del Palacio Real, primero desde el exterior, en la fachada de la Plaza de Oriente, y después en el interior, recorriendo la escalera de Embajadores hasta llegar al Salón de Columnas. El recorrido subrayó la importancia del Palacio Real para la Casa del Rey, como sede de la Corona. En el cierre, cambió el registro. Durante el himno nacional de salida, se proyectaron una serie de imágenes que mostraron a los Reyes, a la Princesa de Asturias y a la Infanta Sofía a lo largo de 2025 en distintos puntos de España: Guadalupe, Móstoles, Brañosera, Tudela y Valdesoto . La secuencia culminó con «Servicio, compromiso y deber», el lema de Felipe VI a lo largo de sus más de diez años de reinado y con el que la Casa del Rey quiere proyectar la cercanía territorial, presencia institucional y vocación de servicio de la Corona. La emisión del Mensaje, prevista a partir de las 21:00 horas en todos los soportes, estuvo precedida por un vídeo de casi diez minutos con diferentes secuencias de las actividades de la Familia Real durante el año. La difusión simultánea en televisión, web y redes sociales reforzó la modernización de un formato tradicional, adaptado a los nuevos hábitos de consumo informativo y que comenzó a emitirse en 1975 con Juan Carlos I . El Palacio Real, el Salón de Columnas, los símbolos europeos, las referencias artísticas y las imágenes finales de la Familia Real compusieron un relato que habló de continuidad, memoria y compromiso. Todo ello para transmitir estabilidad institucional y confianza en un tiempo marcado por «una inquietante crisis de confianza» que nutre los populismos .