León XIV, en la Misa del Gallo: “Mientras el hombre quiere convertirse en dios para dominar al prójimo, Dios quiere convertirse en hombre para liberarnos de toda esclavitud”

León XIV ha presidido su primera Misa del Gallo, que recupera su celebración a las 22h como implantó en 2009 Benedicto XVI. En una Basílica de San Pedro colmada de fieles, el Santo Padre ha invitado a la Iglesia y al mundo a redescubrir la Navidad como una luz capaz de atravesar las tinieblas de la historia. El Papa ha situado el Nacimiento de Jesús en el corazón de la búsqueda humana. Durante siglos “la humanidad ha buscado entre los astros la verdad que faltaba abajo”, pero es en esta noche cuando se cumple la promesa: “El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz”. El Papa ha presentado en su alocución el nacimiento de Cristo como la verdadera estrella que sorprende al mundo, no un signo lejano, sino una presencia viva y concreta. “Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador”, ha subrayado resaltando a su vez que Dios entra en el tiempo y en el espacio para habitar entre los hombres. “Vive entre nosotros quien da su vida por nosotros, iluminando nuestra noche con la salvación”. León XIV ha sostenido que la Navidad no es una idea abstracta ni un mito consolador, sino un acontecimiento real que transforma la historia y la existencia personal. En Jesús, Emmanuel, “Dios no nos da algo, sino a sí mismo”, ha expresado. Uno de los núcleos de la homilía fue la paradoja del Pesebre. Frente a un mundo que busca respuestas “mirando hacia arriba”, el Papa llama a los cristianos a contemplar “hacia abajo”: “La omnipotencia de Dios resplandece en la impotencia de un recién nacido”, señala, destacando que el Salvador se manifiesta como un niño envuelto en pañales. Esta elección divina, a juicio del Santo Padre, revela la dignidad de toda vida humana. “La luz divina que irradia este Niño nos ayuda a ver al hombre en cada vida que nace”, y advierte que cuando se pierde esta mirada, “tampoco queda espacio para los otros, para los niños, los pobres, los extranjeros”. León XIV también ha denunciado las lógicas que reducen a las personas a mercancía y contraponen poder a servicio. “Mientras el hombre quiere convertirse en dios para dominar al prójimo, Dios quiere convertirse en hombre para liberarnos de toda esclavitud”, ha proclamado el obispo de Roma citando a san Agustín para recordar que solo la humildad divina puede sanar la soberbia humana. Al final de la homilía, el Pontífice ha relacionado la Navidad con el camino reciente de la Iglesia, recordando las palabras de su predecesor, el Papa Francisco, sobre la esperanza que no defrauda. Al concluir el Jubileo, afirma este tiempo es “de gratitud por el don recibido y de misión para dar testimonio de este don al mundo”. “La alegría de la Navidad es fiesta de la fe, de la caridad y de la esperanza”, una luz que permite a los creyentes “ir al encuentro del amanecer del nuevo día”, incluso sin temer a la noche.