La Navidad trae consigo celebraciones, reuniones familiares y felicidad, pero también deja al descubierto una realidad más amarga: la soledad no deseada. Este sentimiento, que afecta especialmente a las personas mayores, se intensifica durante unas fechas en las que socialmente parece obligatorio estar alegre. En el programa Herrera en COPE Valencia, la doctora en psicogerontología Rita Redondo ha arrojado luz sobre este fenómeno, explicando sus causas y ofreciendo claves para sobrellevarlo. Culturalmente, la Navidad está ligada a la compañía y la armonía. Según explica Redondo, investigadora en envejecimiento de la Universidad Europea de Valencia, "cuando esto no se puede cumplir, esta disonancia entre lo que se espera socialmente y lo que es mi realidad puede despertar sentimientos de soledad". Esta brecha genera un malestar emocional que choca con el ambiente festivo generalizado. La memoria juega un papel crucial en este proceso. La experta advierte que, al evocar recuerdos, la mente "suele atraer recuerdos similares", lo que puede dar lugar a "espirales o cadenas de pensamientos" asociados a la tristeza y la nostalgia, generando un "malestar emocional intenso". La soledad no siempre implica ausencia de compañía. Muchas personas experimentan este sentimiento incluso estando rodeadas de familiares y amigos, sobre todo si atraviesan un momento difícil y no se sienten comprendidas. Esta sensación de desconexión se acentúa si el entorno invalida sus emociones. Como afirma la psicóloga, "se me recrimina, ¿no? El por qué no estás de buen humor, pues esta sensación de desconexión todavía se va a acentuar más". Para Rita Redondo, esta es una de las realidades más complejas de la soledad, ya que se produce en el contexto donde la persona, teóricamente, debería sentirse más apoyada. "Efectivamente, nos podemos sentir solos y solas, aunque estemos rodeados de gente", concluye. En el caso de las personas mayores, a menudo se suma el hecho de que antes eran ellos quienes organizaban las celebraciones. Redondo recomienda hacerles partícipes activamente: "No solo que acudan a comer y a cenar, sino que puedo hacer para que mi abuela, abuelo, madre o padre participe en las conversaciones, se tenga en cuenta su opinión, participen en la preparación". Además, es fundamental detectar y ayudar a revertir los pensamientos negativos y autolimitantes asociados a la edad, como "¿Dónde voy yo a mi edad?" o "¿Cómo no me voy a sentir sola, a mi edad qué esperas?", que contribuyen a su propio aislamiento. Junto a esto, la psicóloga señala un problema moderno: la sustitución de las visitas por las llamadas. El entorno da por hecho que el contacto digital equivale al físico, lo que aumenta la sensación de aislamiento. Para la experta, la solución pasa por un cambio de mentalidad colectivo. "En un mundo hiperconectado en el que cada uno contamos con centenares de contactos en redes, pues no nos habíamos dado cuenta que en la puerta de al lado, pared con pared, hay alguien que lo está pasando mal", reflexiona. La clave, según ella, es "dejar atrás un poco ese individualismo que nos ha secuestrado en los últimos años para recuperar tradiciones". Finalmente, la recomendación principal para estas fechas es dar espacio a todas las emociones, hablarlas y ser comprensivos. Es importante recordar que no todas las realidades son tan idílicas como se muestran en redes sociales o en la televisión, y que no es necesario forzar un estado de felicidad constante.