El Papa León XIV ha subrayado que la paz es un don de Dios que nace de la acogida de la fragilidad humana en su homilía de la misa de Navidad en la Basílica de San Pedro. Ante los fieles reunidos en el Vaticano, el Pontífice ha invitado a “prorrumpir en gritos de alegría” porque “la paz existe y está ya en medio de nosotros”. Inspirándose en el profeta Isaías, el Papa ha evocado a los mensajeros que atraviesan caminos difíciles para anunciar la paz, subrayando que la Navidad no es solo el recuerdo del nacimiento de Jesús, sino la celebración de un don ya presente en la historia. En ese sentido, ha recordado las palabras de Cristo a sus discípulos: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo”, una paz que, dijo, se distingue por su origen y por su modo de manifestarse. El obispo de Roma, que ha recuperado la tradición de celebrar la misa de Navidad previa a la Bendición 'Urbi et Orbi', ha profundizado en el prólogo del Evangelio de san Juan, que describe como un himno en el que el protagonista es el Verbo de Dios. Ha destacado que, a diferencia de las palabras humanas, que también producen efectos, a veces dañinos, la Palabra de Dios “nunca queda sin efecto”. Sin embargo, apunta la paradoja central de la Navidad: el Verbo eterno “se manifiesta y no sabe hablar”, porque llega como un recién nacido que solo llora. “‘Se hizo carne’”, recalca el Papa, explicando que esa carne es “la desnudez radical” de quien carece de palabras, como tantos hombres y mujeres privados hoy de dignidad y reducidos al silencio. En ese contexto, ha remarcado que la carne humana “requiere cuidado, solicita acogida y reconocimiento”, y llama a una actitud de ternura y atención hacia los más vulnerables. Citando el Evangelio, León XIV ha explicado que Jesús “vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron”, pero que a quienes lo acogen “les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios”. Un poder que, advierte, queda enterrado cuando se permanece indiferente “al llanto de los niños y a la fragilidad de los ancianos”, o al sufrimiento silencioso de las víctimas. León XIV también ha hecho alusión en la homilía a las tragedias actuales, invitando a los cristianos a pensar en “las tiendas de Gaza, expuestas desde hace semanas a las lluvias, al viento y al frío”, así como en los desplazados, refugiados y personas sin hogar en distintas partes del mundo. También ha tenido un mensaje para los jóvenes obligados a empuñar las armas, que descubren en el frente “la insensatez de lo que se les pide y la mentira” de los discursos que los envían a morir. “La paz de Dios nace de un sollozo acogido, de un llanto escuchado”, ha afirmado, señalando que esta paz comienza cuando el dolor del otro atraviesa el corazón y rompe las falsas seguridades. Para el Papa, la Navidad recuerda que la luz de la Palabra sigue brillando incluso en medio de las tinieblas y llama constantemente a la conversión. Finalmente, el Santo Padre exhorta a la Iglesia a renovar su vocación misionera, no al servicio de “una palabra prepotente”, sino de una presencia humilde que suscita el bien. “Habrá paz cuando nuestros monólogos se interrumpan y, fecundados por la escucha, caigamos de rodillas ante la carne desnuda de los demás”, ha puntualizado.