La casa aún estaba en silencio cuando pequeños pasos han roto la calma. Es temprano, pero para los niños el reloj no cuenta el día de Navidad. Con los ojos brillantes y el pijama todavía puesto, avanzan por el pasillo conteniendo la respiración, como si el menor ruido pudiera deshacer la magia. Al llegar al salón, la escena confirma lo que habían soñado toda la noche: Papá Noel ha pasado por allí.