El día siguiente más famoso y celebrado, al menos entre nosotros, es precisamente hoy, el segundo día de Navidad, y su única utilidad consiste en hacernos saber, mientras festejamos la Navidad, que habrá un día siguiente, también llamado el día después. ¡Y todavía será fiesta! Magnífico hallazgo, desde luego, porque normalmente el día siguiente no es así, y basta pensar en él para echar a perder grandes momentos de felicidad. ¿Y luego qué? ¿Y mañana qué, masculla la gente en pleno disfrute? De ahí que la felicidad rara vez sea completa, por culpa del día después. Salvo el día después de Navidad, cuya excelencia en realidad disfrutamos ayer, y hoy sólo celebramos que ya lo celebramos con anterioridad, y por tanto, no tenemos ninguna obligación de jolgorio. ¡Ninguna! Quizá sea por eso que el de hoy es el día siguiente más célebre, a excepción naturalmente del que narró Flaubert en Madame Bovary, novela universal. Creo recordar, pero me permitirán que no piense comprobarlo porque se trata de una de las obras maestras más tontas del mundo, que en Madame Bovary aparece el día siguiente más renombrado de la historia de la literatura, porque después de páginas y más páginas esperando a ver si Emma Bovary y su amante cometen o no comenten adulterio, dice algo así como «subieron a la habitación; al día siguiente…». El legendario punto y coma de Flaubert; el día siguiente convertido en mero punto y coma. Este episodio marcó para siempre la esencia del día siguiente, en el que al tratarse de un relato realista, no sucede nada digno de mención. Otra cosa es que luego, como siempre hay más días después, el talento de Flaubert se las arreglase para acabar la cosa en tragedia. Tontísima, pero tragedia. Lo cual no viene al caso en este momento, pero certifica que la importancia del día siguiente reside en el día anterior, no es nada por sí mismo, de modo que incluso si todo acaba en tragedia, no será al día siguiente. Que hoy sea fiesta ayuda a que ayer fuese fiesta, ni más ni menos, razón por la que es tradicional guisar los restos del festín navideño, y listo. Lo que tenía que pasar ya ha pasado, no hace falta hacer nada más. Un día sin responsabilidades. Aprovéchenlo.