En diciembre la mesa se vuelve un espejo con migas y memoria, y devuelve lo que el resto del año hemos ido escondiendo. El menú es oropel, el cuerpo es sumario. Cómo llega cada uno, cómo se sienta, cuánto tarda, qué cansancio disimula para no estropear la foto. La Navidad no es un día, es una manera de comparecer.