Los incendios durante las celebraciones de finales de año en nuestro país han dejado de ser accidentes para convertirse en una trágica costumbre. Son manchas que empañan lo que debieran ser jornadas de celebración, y que para muchos peruanos terminan siendo más bien días de pérdidas y angustia. Hace casi 24 años, el 29 de diciembre del 2001, el Perú vivió una de sus peores tragedias en Mesa Redonda, cuando el fuego arrasó una de las zonas más congestionadas de la capital y dejó casi 300 fallecidos. Un cuarto de siglo después, pareciera que nunca aprendimos las lecciones de aquel siniestro.