Este año se han cumplido los 50 años desde que murió el dictador el 20 de noviembre de 1975, pero su desaparición no supuso la extinción de todas las huellas que dejó el régimen y su espíritu continuó sobrevolando la vida política muchos años. Algo tan sencillo como la petición de eliminar las marcas que en edificios públicos o en la calle dejó el paso de una Dictadura sangrienta y demoledora supuso, para quienes lo propusieron, amenazas, insultos y protestas, no solo por la calle o en el salón de plenos del recién nacido Ayuntamiento democrático de Tudela, sino también en los medios de comunicación.