La Plataforma Sijena Sí ha manifestado su confianza en que el año 2026 sea el horizonte definitivo para el regreso de las pinturas murales de la sala capitular del Monasterio de Sijena. Estos valiosos frescos románicos, que actualmente permanecen en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), son objeto de un largo litigio que, pese a contar con sentencias firmes que ordenan su restitución a Aragón, sigue sin resolverse. La plataforma ciudadana mantiene la presión para que se ejecute el dictamen judicial y las obras regresen a su lugar de origen, poniendo fin a una espera que se prolonga durante décadas y que ha superado numerosas barreras legales. El conflicto por la propiedad y custodia de estas joyas del románico ha escrito uno de los capítulos más complejos del litigio por el patrimonio histórico-artístico en España. Hace casi nueve años, un juzgado de Huesca dictaminó por primera vez que las pinturas debían ser devueltas al cenobio. Dicha resolución fue posteriormente ratificada por la Audiencia Provincial de Huesca, cuya Sala de lo Civil confirmó la propiedad aragonesa de los frescos y emitió una orden clara: el MNAC debía proceder a su restitución inmediata a la sala capitular del Monasterio de Villanueva de Sijena. Esta sentencia obligaba al museo catalán a desmontar y trasladar las obras que fueron arrancadas de los muros del monasterio al comienzo de la Guerra Civil, en 1936. Desde entonces, y a pesar de la contundencia de las resoluciones judiciales, el retorno no se ha materializado. Las autoridades catalanas han esgrimido de forma recurrente la extrema fragilidad de los frescos y los complejos desafíos logísticos que, según argumentan, harían inviable un traslado sin poner en riesgo la integridad de las pinturas. Este argumento ha sido el principal obstáculo para la ejecución de la sentencia y el punto de fricción constante entre ambas comunidades. Desde la Plataforma Sijena Sí, la percepción es que la estrategia del MNAC se basa en la dilatación del proceso. Su portavoz, Juan Yzuel, ha expresado con rotundidad su frustración ante la inacción de la institución catalana. "Seguimos esperando que el Museo de Arte de Cataluña, que es el que tiene que hacer los movimientos, empiece a darse cuenta de que todo lo que está haciendo no lleva a ningún sitio, únicamente a retrasar y a retrasar", ha declarado Yzuel, resumiendo el sentir de una plataforma que lleva años luchando por la causa. La organización ciudadana considera que se han agotado todas las vías de diálogo y que solo queda la ejecución forzosa de la sentencia. La demora, según denuncian, no solo contraviene una orden judicial firme, sino que perpetúa un expolio histórico y priva al Monasterio de Sijena de una parte fundamental de su identidad y de su conjunto monumental. La plataforma insiste en que la tecnología actual ofrece soluciones viables para un traslado seguro, contradiciendo los argumentos presentados por el museo catalán. A pesar del estancamiento, la plataforma mira hacia el futuro con un optimismo cauto pero firme, señalando el año 2026 como una fecha plausible para materializar la devolución. "La fecha podría ser 2026", ha precisado Juan Yzuel, aunque ha subrayado que la prioridad no es el cuándo, sino el cómo. El portavoz ha hecho un llamamiento a la colaboración entre especialistas para garantizar que el proceso se realice con las máximas garantías. La clave, según Yzuel, es que "los técnicos se pongan a trabajar para que las pinturas no sólo se trasladen en las mejores condiciones de seguridad, sino que también se instalen de cara al futuro". Este enfoque implica ir más allá del simple transporte de las obras. La plataforma exige que la instalación se realice "respetando las actuales leyes y protocolos y con visión de futuro". Esto se traduce en la creación de una zona expositiva modernizada en la sala capitular, que no solo permita la correcta conservación de los frescos, sino que también esté preparada para ser visitada por el público en condiciones óptimas. El reto para 2026, por tanto, es doble: por un lado, superar la resistencia del MNAC y, por otro, planificar y ejecutar un proyecto técnico multidisciplinar que asegure la preservación y exhibición de las pinturas para las generaciones venideras, cerrando así una herida patrimonial que permanece abierta desde hace más de ochenta años.