Pocos platos pueden presumir de una historia tan rica como la pizza, cuyos orígenes ancestrales se remontan a los tiempos de Egipto y Roma. Según explica en La Noche de Adolfo Arjona, la experta cocinera Anna Carla Tuccini, un reciente hallazgo de un fresco en Pompeya demuestra que hace casi 2.000 años ya se consumía una versión primigenia de este manjar. Nació como un plato pobre, una simple base de masa con agua, harina y levadura, pero fue en Nápoles donde se sentaron las bases de la pizza moderna tal y como la conocemos hoy. La auténtica pizza napolitana ha sido reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Su secreto reside en una masa muy hidratada, con bordes altos y esponjosos, y un centro fino. "La temperatura del horno, al ser tan alta, le da un choque térmico, y la pizza tiene que cocinarse en menos de un minuto", detalla Tuccini sobre su cocción en horno de leña a 500 grados. Este proceso hace que la masa se levante rápidamente, quedando tierna y fragante. La universalización de este plato no se entiende sin la emigración desde Nápoles de muchos de sus habitantes, que llevaron consigo su tradición culinaria. Así, la pizza viajó al Norte de Italia, a América Latina y a ciudades como New York y Chicago, donde se adaptó y evolucionó hasta conquistar el paladar del mundo entero. Actualmente, se consumen más de 5.000 millones de pizzas al año en todo el planeta. La madre de todas las pizzas, la Margarita, fue creada por el napolitano Raffaele Espósito en 1889. Su invención fue un homenaje a la reina Margarita de Saboya, quien buscaba estrechar lazos con el pueblo. Para ello, Espósito ideó una pizza que representaba la recién unificada bandera de Italia con sus ingredientes. Los colores de la enseña nacional italiana están presentes en el rojo del tomate, el blanco de la mozzarella y el verde de la albahaca. Según Tuccini, este gesto simbólico de dedicar un plato humilde a la monarquía fue clave para conmemorar la unificación de Italia, convirtiendo la pizza Margarita en un icono gastronómico y cultural. Para que una Margarita sea considerada auténtica, debe elaborarse con ingredientes frescos y de calidad. La experta subraya la importancia de usar tomate San Marzano y mozzarella fresca. Sin embargo, el detalle definitivo es la albahaca, que aporta un perfume y aroma inconfundibles. "En muchos sitios le ponen orégano y no le ponen albahaca", advierte Tuccini, un cambio que desvirtúa la receta original napolitana.