Alejandro de León tiene 26 años. Es colombiano. Componer canciones es su pasión. De hecho el próximo 17 de enero estrena un nuevo sencillo que podrá escucharse en todas las plataformas digitales. Pero Alejandro no está preparando una gira musical para promocionar sus canciones. Tampoco ha regresado a Colombia por Navidad para estar con los suyos. Alejandro se encuentra en la unidad de cuidados paliativos del centro San Camilo en Tres Cantos, en Madrid. Y es que Alejandro padece una enfermedad terminal que, lejos de hundirle, afronta con esperanza, optimismo y mucho amor. “Me siento acogido y feliz en San Camilo porque es familiar, me tratan muy bien”, asegura en el programa especial de Navidad 'A la luz de una estrella'. Para Alejandro, las charlas que mantiene con el sacerdote son un chute de esperanza y tranquilidad: “Le conocí una noche que andaba estresado, y nada más se sentó allí le pedí que rezara por mi y oró por mi. Se llevó algo feo de mi, fue magnífico, una sensación que me hace llorar porque no había sentido esto nunca”, ha afirmado. A Dios le pide que proteja a su familia, y al resto que disfruten de la vida: “No se quejen de tantas 'pendejadas', hay gente que lo estamos pasando peor y aquí estamos de pie. Luchen, gocen y no se quejen de tanta bobada”. Los voluntarios, enfermeros, psicólogos o familiares constituyen una gran familia en San Camilo desde hace cuarenta años. La palabra humanizar lo impregna todo, al colocar en el centro a la persona: “El servicio de paliativos no es un aparcamiento final, sino un lugar para vivir cada segundo como cada uno pueda pero también como cada uno quiera. Permite conjugar los verbos que más nos hacen humanos como estar entre nosotros, dialogar, descansar, celebrar, agradecernos, perdonarnos... Cuando el tiempo es escaso es la hora de conjugar estos verbos porque el tiempo ya no es el del reloj, sino una oportunidad”, ha subrayado el director de San Camilo, José Carlos Bermejo. Bermejo ha agregado que el aspecto que más valoran los pacientes y sus familiares no es la categoría profesional de enfermeros o psicólogos, sino su calidad humana: “Lo que más aprecian es a la persona, lo entrañable de encontrarse con un cuidador que quiere que estés bien, que no te duela nada”. Y una vez que dolores físicos desaparecen, es el momento en el que emerge el corazón en estas personas. Lo que queda es el agradecimiento, las ganas de celebrar, de brindar. En todo ello tiene mucho que ver la asistencia espiritual que ofrece el centro San Camilo. Una asistencia individual que persigue el mismo fin, la sanación, como manifiesta Xabier Azkoitia, director de esta unidad. “Aspiramos a que las personas mueran sanas, es decir, plenas, íntegras y completa, con un proyecto de vida que has intentado llevar adelante en la medida que has podido. Que hayas vivido no solo de obligaciones que tenemos miles, sino de unos valores que son los cimientos sobre los que has construido tu vida”, ha precisado. La línea que separa la dureza de la esperanza en cada una de las 140 habitaciones en la que residen los pacientes del San Camilo es muy delgada. Se puede ver en Carolina. Tiene 64 años. Hace tiempo que la quimioterapia dejó de funcionar. Ingresó en la unidad paliativa de los Camilos hace tres semanas. Andrés, su marido, no se separa de ella. Tampoco su hijo y su nieta de cuatro meses, cuyas fotografías colgadas en la pared no deja de mirar Carolina desde el sofá. “Me di cuenta de que esto no se parecía a un hospital por las instalaciones y por el trato, te acogen muy bien Ya sabemos para qué venimos, pero te acogen muy bien”, ha asegurado. Pese a los dolores y a no poder moverse, estar junto a Andrés le da fuerzas: “Lo que más necesito es a mi marido, a mi hijo y a mi nieta, son únicos, todos los días me acompañan. Nunca he discutido fuerte con mi marido, es excelente, no recuerdo nada malo, siempre ha estado conmigo. Le doy gracias a Dios por tenerle conmigo, te quiero Andrés”. De cara a la Navidad, Carolina no pide nada para ella, sino paz en el mundo: “No se puede vivir siempre sufriendo, cuando ves a esos niños que no tienen que comer, y ves a otros llenos de dinero, ¿para qué quieren tanto dinero? Si se van a morir igual. Pido mucha paz”. Aunque los pacientes de la unidad paliativa de San Camilo afrontan sus últimos días, la Navidad se hace presente en estas fechas. Desde hace días cada rincón de los Camilos nos recuerda lo que estamos celebrando: el Portal de Belén, el árbol, los adornos... José Carlos Bermejo dedica la tarde de Nochebuena para visitar cada habitación para acompañarles” Hay celebración de Navidad aunque haya situación de últimos días. Celebración no es que haya alegría, que haya baile... Celebración es encuentro, expresión de agradecimiento”, sostiene. Todos los trabajadores, voluntarios, familiares y los propios pacientes en la medida de sus posibilidades arriman el hombro para vivir juntos esta noche especial. Como remarca Xabier Azkoitia, es importante para los familiares vivir su última Navidad con su ser querido. “Facilita que haya un duelo sano que permita a estas familias vivir las navidades con salud y sea antesala de, si el año que viene esa persona ya no estará, puedan celebrarlo en recuerdo de lo que fueron capaces de celebrar este año. Esto hace que las personas puedan adaptarse a las circunstancias de la pérdida y construir un duelo sano que permita construir una vida que sirva con esperanza”.