El lateral derecho del Real Betis, Héctor Bellerín, ha compartido recientemente con El Mundo una mirada profunda sobre su vida dentro y fuera del terreno de juego. Conocido por nunca esconder su opinión y no temer al debate público, Bellerín ha hablado sobre su actual necesidad de silencio y equilibrio, la madurez que ha ido alcanzando en los últimos años y cómo concilia su carrera deportiva con su vida personal. El futbolista explicó que actualmente necesita momentos de silencio y desconexión: "A veces me apetece estar a mi bola, recluido, y otras, en la calle todo el rato. El mundo exterior es muy ruidoso y demandante". Esta búsqueda de tranquilidad se ha convertido en una prioridad, especialmente ante la presión física y mental que conlleva su profesión. Según Bellerín, encontrar un equilibrio entre familia, amistades, trabajo y crecimiento personal se ha vuelto más importante que perseguir la felicidad en términos absolutos: "Al tema de la felicidad yo ya le di mil vueltas y ya me di cuenta de que eso no existía. Busco la tranquilidad". El lateral también reflexionó sobre su formación en la cantera del Barcelona y cómo esa experiencia temprana marcó su vida. Comenzó en el fútbol a los siete años, lo que le permitió aprender, pero también le obligó a renunciar a experiencias más cotidianas de la infancia, como la universidad o los momentos familiares importantes. "Me he perdido cumpleaños y momentos familiares porque vivía fuera o estaba de viaje. Esta industria te obliga a no estar", comentó. Más allá de lo estrictamente deportivo, Bellerín ha buscado construir una vida coherente con sus intereses personales. La moda, la lectura y el activismo social forman parte de su identidad: "Me di cuenta de que por mucho que jugara al futbol y todo estuviera marcado por unas normas, me gustaban otras cosas. Y vestir diferente… Me van poniendo etiquetas, pero son cosas que hago desde que me vi con la posibilidad y la fuerza de hacerlas". Fútbol y responsabilidad social Bellerín denunció la falta de conciencia social dentro del fútbol masculino y la escasa representación de colectivos diversos en clubes y cuerpos técnicos. Señaló que, aunque exista una percepción de inclusión superficial, la realidad es otra: "Hay mucha distancia entre la vida del futbolista y la del ciudadano de a pie. Uno idolatra al otro, que no sabe relacionarse con él porque desconfía de sus intenciones. La mirada es vertical. Se crean unas dinámicas de poder que distancian". Criticó además la falta de espacios seguros para personas LGTBIQ+ en los estadios y en los palcos, advirtiendo que muchos jóvenes no se sienten cómodos ni representados: "Tengo un montón de amigues a los que he invitado a algún partido y no han querido venir. Antes incluso de ofrecerles la posibilidad. Pero es que yo los entiendo. Sé lo que hay". Para Bellerín, el fútbol genera un poder enorme que podría ser positivo, pero a menudo se utiliza de manera exclusiva, sin conciencia social, especialmente cuando se mezcla con intereses económicos...