La llegada del frío dispara el consumo eléctrico en muchos hogares españoles y reaviva la preocupación sobre aquellos en los que se vive una situación de pobreza energética. El uso de calefactores y estufas eléctricas ha ganado peso en los últimos años, lo que exige una mayor vigilancia para garantizar la seguridad y reducir el riesgo de accidentes.