Durante años, la producción de hidrógeno con luz solar ha tropezado siempre con el mismo límite: el Sol emite mucha más energía de la que los materiales son capaces de aprovechar. Un equipo japonés acaba de mover esa frontera. No ha inventado una nueva fuente de energía, pero sí ha encontrado una forma más inteligente de exprimir la que ya tenemos.