Antes la Nochebuena empezaba con un abrigo en la silla, una fiesta en la cocina y una conversación imposible sobre si el besugo estaba seco. Ahora empieza con una copa mal servida a las seis de la tarde y una foto borrosa que dice Tardebuena. La Navidad ha adelgazado. Se ha quitado capas. Primero perdió el sentido religioso, luego la solemnidad, después la familia y ahora va camino de perder el pudor. La Tardebuena no es una rebelión ni una tradición nueva: es una huida temprana. Una manera elegante de no llegar a nada queriendo hacer de todo. Los jóvenes –esa palabra que usamos como si fuera una especie– salen a beber antes de la cena familiar para poder soportarla... Ver Más