Mansour, el Rey Baltasar de Málaga que ahora vive debajo de un puente: “Solo quiero trabajar”

Mansour es natural de la República de Guinea y llegó a España siendo un adolescente tras recorrer la peligrosa ruta migratoria de Canarias. Su historia se hizo conocida en Málaga cuando, durante un episodio de lluvias torrenciales en la capital, cogió en brazos a una joven que había quedado paralizada en plena calle. Aquel gesto de valentía y humanidad conmovió a la ciudad y llevó al Ayuntamiento de Málaga a elegirlo para encarnar al Rey Baltasar en la cabalgata de Reyes Magos de 2025. Miles de niños lo aclamaron entonces, convertido en un símbolo de felicidad y entrega. La repercusión mediática de su historia le abrió la puerta a un empleo en Madrid. Sin embargo, la realidad no fue la esperada. El puesto de trabajo y el sueldo no coincidían con lo que le habían prometido, por lo que Mansour decidió regresar a Málaga pocos meses después. Prefería vivir en las calles malagueñas que ya conocía, que en las desconocidas de la capital de España. A partir de ahí, su situación se fue deteriorando. Sin recursos ni una red estable de apoyo, lleva cerca de nueve meses viviendo literalmente debajo de un puente, en una zona cercana al río Guadalmedina, expuesto al frío y a la intemperie. La historia de Mansour no pasó desapercibida para Ana Medina, una malagueña (periodista del gabinete de comunicación de la Diócesis de Málaga y Melilla) que vive cerca de la zona donde el joven dormía. Al conocer su situación, decidió salir a buscarlo en plena Nochebuena. “Pensé en mi hijo, que tiene 18 años, apenas dos más que él, y en lo que sentiría una madre sabiendo que su hijo duerme en la calle”, explica. Tras recorrer varios puentes, finalmente lo encontró. Mansour no tenía zapatos y apenas podía moverse. El hijo de Ana le prestó calzado y ella contactó con Casa Betania y Casa San Juan, dos recursos de la Iglesia en Málaga destinados a jóvenes solicitantes de asilo. Allí le ofrecieron una acogida temporal para que, al menos, pudiera pasar las Navidades bajo techo. Ana recuerda a un joven exhausto, con las manos heladas y una mirada marcada por el cansancio y la desesperanza tras meses durmiendo al raso. “Le dije que no éramos desconocidos, que somos hermanos”, relata. En ese momento, Mansour rompió a llorar. Ahora, acogido de manera provisional en la Casa San Juan de Málaga, Mansour tiene claro su único deseo: encontrar un trabajo que le permita rehacer su vida y cumplir el objetivo con el que llegó a España cuando aún era menor. “Solo quiero trabajar”, repite. Una frase sencilla que resume el largo camino de un joven que pasó de ser Rey Baltasar a dormir en la calle, y que hoy espera una segunda oportunidad.