En Galicia, el trabajo doméstico y de cuidados sigue siendo un engranaje esencial para sostener la vida y el hogar de muchas familias. Quienes lo realizan, sobre todo en el sector privado, son en su mayoría mujeres migrantes que describen una realidad en muchas ocasiones escondida para el conjunto de la sociedad. Así lo revela el último informe de SOS Racismo, que sostiene que el sector está atravesado por el racismo cotidiano, la violencia simbólica y, no en pocos casos, por el abuso. No son percepciones aisladas: el estudio concluye que, a nivel estatal, una de cada dos trabajadoras del hogar extranjeras afirma haber sufrido discriminación racial. El porcentaje se eleva todavía más si quienes hablan son las técnicas de inserción laboral que ayudan a estas mujeres a encontrar trabajo: el 85% de ellas reconoce conocer incidentes racistas en el ámbito del trabajo en el hogar.