Mientras pasaba los días de Navidad en su residencia de Mar-a-Lago (Florida), el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sorprendido al mundo al anunciar un ataque con misiles en Nigeria. La operación, ejecutada por un buque de la Armada estadounidense desde el Golfo de Guinea, ha lanzado diez misiles Tomahawk contra enclaves terroristas en el estado de Sokoto, cerca de la frontera con Níger, dejando múltiples víctimas según ha informado la propia administración norteamericana. La justificación de Trump para esta acción militar ha sido la protección de los cristianos en Nigeria, un argumento que ya había esgrimido en el pasado. De hecho, el ataque no ha sido del todo imprevisto, pues el expresidente llevaba meses advirtiendo de que tomaría medidas si el gobierno nigeriano no actuaba. Según ha trascendido, Washington notificó a Abuya la inminencia del ataque, y el propio gobierno nigeriano facilitó las coordenadas. Tras la operación, Trump ha lanzado un mensaje en su característico estilo: “Feliz Navidad también a los terroristas muertos, que habrá más si no paran ya de matar a cristianos”, una declaración que se alinea con su promesa de mano dura contra el yihadismo. La situación de la comunidad cristiana en Nigeria es crítica. Según un informe de la Sociedad Internacional de las Libertades Civiles y el Estado de Derecho, solo en los primeros 220 días de 2025 fueron asesinados más de 7.000 cristianos y secuestrados otros 7.800. Estas cifras, analizadas en el programa 'La Linterna' de COPE, revelan que el 69% de todos los cristianos asesinados por su fe en el mundo durante este año ha sido en el país africano. El propio Trump ya había calificado la situación de amenaza existencial en un discurso hace un mes, en el que afirmaba que "miles y miles de cristianos están siendo asesinados". Este clima de violencia se suma a sucesos como el secuestro de más de 300 estudiantes y 12 profesores de una escuela católica el pasado noviembre, quienes afortunadamente fueron liberados recientemente. El padre Anthony, desde Nigeria, describía la vida allí como "desgarradora", mientras otros testimonios locales como el de Patrick denuncian que "los líderes no han hecho nada concreto para solucionar este ataque", un reflejo de la vulneración de derechos de las minorías cristianas que los obispos del país vienen denunciando. Pese a la narrativa religiosa de Trump, varios expertos señalan una realidad más compleja. La periodista Beatriz Mesa, experta en África, explica en 'La Linterna' que Nigeria es un gigante del petróleo con recursos mal repartidos, lo que alimenta insurgencias armadas y conflictos comunitarios por el control de elementos esenciales como el agua. "Esto no va de religión, insisto, esto va de recursos", afirma Mesa, quien advierte que enmarcar la intervención como una defensa de los cristianos puede "inflamar tensiones sectarias". En el país operan dos grandes focos yihadistas: por un lado, Boko Haram y su escisión, el Estado Islámico en el África Occidental (ISWAP), en la zona del Lago Chad; y por otro, una nebulosa de grupos en la frontera oeste con Níger. Estos grupos funcionan como “microestados paralelos” que siembran el terror para desestabilizar al estado central. Mesa cuestiona por qué se interviene en Nigeria y no en Sudán, donde la crisis humanitaria es aún más grave, sugiriendo que la decisión responde a una agenda geopolítica de Estados Unidos para no perder influencia en una zona rica en recursos donde Rusia gana terreno. Más allá de la violencia yihadista, la discriminación legal y social es una realidad diaria para los cristianos, especialmente en el norte del país. María Lozano, portavoz de Ayuda a la Iglesia Necesitada, detalla que en varios de los estados del norte, de mayoría musulmana, se imponen leyes islámicas a toda la población. Figuras públicas como la rapera Nicki Minaj ya han denunciado ante la ONU los ataques que sufre esta comunidad. Según Lozano, esta discriminación es sistemática: "Hay una muy grave discriminación a los cristianos en el norte, en las partes donde son minoría". Explica que, en la práctica, "tienen que regirse por la sharia y no pueden construir iglesias", aunque la ley, en principio, solo debería afectar a los musulmanes. Además, las mujeres cristianas que se casan con un musulmán están obligadas a convertirse, y sus hijos son registrados directamente como musulmanes, mientras que en el ámbito laboral se ven forzados a cambiar de nombre para acceder a puestos en la administración. La intervención de Trump ha puesto el foco mediático sobre una situación que organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada llevan años denunciando. Aunque los cristianos locales se sienten "aliviados" de que por fin se hable de su sufrimiento, también existe el miedo a que se agraven las tensiones y se divida aún más la sociedad. Pese a todo, Lozano destaca la "fe profunda y la solidaridad tremenda" de una comunidad que, incluso en campos de refugiados, no ha dejado de celebrar la Navidad.