En la residencia Dolores Castañeda de San Fernando, Cádiz, se celebró una emotiva misa en la semana del Día de la Sagrada Familia, para los mayores con dependencia o deterioro cognitivo. La iniciativa, con la colaboración del Secretariado Diocesano de Personas Mayores de Cádiz Ceuta, busca integrar a los residentes en la vida eclesial y reforzar los lazos familiares. La residencia de ancianos Dolores Castañeda, en San Fernando, prima el respeto y el amor hacia los residentes y sus familiares. Este año, junto al Secretariado Diocesano de Personas Mayores de la diócesis gaditana, ha impulsado la celebración de la Navidad con ellos con una Eucaristía muy especial. María del Mar Manuz, directora del secretariado, destaca la importancia de esta labor: «es cumplir nuestra misión espiritual, vivir con coherencia la Navidad. Queremos atender las necesidades del alma en todas las circunstancias de la vida, combatir la indiferencia que tantas veces detectamos cuando una persona padece deterioro mental. Lo que queremos es integrar las residencias de ancianos en la vida eclesial, reforzar los lazos familiares y que su lugar y su dignidad dentro de la Iglesia no sea una cosa teórica, sino real y visible». La Iglesia se vuelca con toda persona vulnerable, lo que se concreta en miles de asociaciones, congregaciones y carismas dedicados a los más desprotegidos. A esa inmensa labor se suma, como explica María del Mar, este apostolado que tiene su centro en las familias, y especialmente en los miembros de más edad: «es un acompañamiento pastoral específico para impulsar la catequesis de la vejez del papa Francisco en el año 2022. Con una mirada nueva a la tercera edad, la vejez entendida como una misión cultural y espiritual. La comprensión de que el envejecimiento cristiano tiene riquezas y desafíos que lo distinguen». El capellán de la residencia, Manuel Gómez, párroco de Ntra. Sra. de la Oliva en San Fernando, comparte cómo la Misa semanal se convierte en un acontecimiento importante para los residentes, especialmente en la unidad de Alzheimer: «celebran el sacramento con devoción, rezan, se emocionan, cantan, viven esos recuerdos de la Eucaristía. Por lo tanto, es una gracia de Dios poder celebrar la Eucaristía de forma semanal con ellos». María del Mar Manuz subraya lo que le enseña esta experiencia: «A mí esta experiencia me enseña cada día sobre mi propia fragilidad y la paradoja que también refleja San Pablo sobre la fuerza de Dios que se demuestra en la debilidad. En otro nivel, me parece que también el anciano enseña algo de ese rostro porque, pese a sus limitaciones, es capaz de testimoniar libertad interior, sabiduría, capacidad de espera, de perdón, piedad, devoción, amor». El P. Manuel Gómez también destaca la importancia de la fe para los enfermos, invitando a todos a acercarnos a este servicio eclesial: «Tenemos que poner toda nuestra vida en el Señor porque Él es nuestra esperanza. Él es el compañero en el sufrimiento, el que sana nuestras vidas. Y nosotros tenemos que acompañar a nuestros hermanos enfermos con compasión y con nuestra presencia estando a su lado como el buen pastor y ver en el rostro de cada hermano enfermo el rostro mismo de nuestro Señor Jesucristo».