Cantarero: villancicos con la esperanza de que sea para un regreso

Este mes de diciembre oíamos en el Alcázar a dos grandes de la lírica andaluza: el jerezano Ismael Jordi y el onubense Juan Jesús Rodríguez , dentro de un miniciclo dedicado por el ayuntamiento hispalense villancicos ('Embajadores de la Navidad'), aunque también incluían ópera y zarzuela. Rodríguez cerró su programa con el único villancico de su recital, Jordi presentó algunos más y Cantarero , sin embargo, ha optado por dedicarlo enteramente a los villancicos en el Maestranza. Los presentaba en un formato diríamos que jazzístico , con un decorado ambiental sencillo, pero acogedor, escoltada por un cuarteto de piano, violín, bajo y batería. Los micrófonos , sin embargo, rompieron en principio lo benigno del planteamiento, porque al fin y al cabo era sonido 'electrónico' y porque quizá la voz de Mariola los necesitaba. Desde el primer tema, 'Tu scendi dalle stelle' de Ligorio , ya parecía coincidir con nuestra sospecha: una voz como lejana, que incluso diríamos que recordaba a aquellas grabaciones de otra época. Cantarero fue presentando todas las canciones y a los músicos, y ya en la segunda canción oíamos el buen sonido de la violinista Eva Calero (aunque nos pareció oscurecido por la megafonía), que hacía una 'intro' muy expresiva y luego un 'riff' para 'Blanca Navidad' (Berlin), que iba a garantizar la entidad misma del cuarteto y lo bien que conjuntaban, y eso que en principio no se contaba ni con ella ni con el bajista Daniel Abad , que además tocó con un dedo roto. En 'Gloria in excelsis Deo' consolidó un 'vibrato' muy marcado del que no se desharía en ningún momento, pero empezó a hacernos ver que conservaba volumen y 'fiato' (siempre ha gustado de alargar los finales, y ahora parecía consolidarlo, habida de la excelente forma física que presentaba). También quiso dejar claro el carácter de cada villancico, y este lo sentía como 'solemne', calificativo con el que también consideró 'Adestes fideles' , aunque aquí quizá quedó algo ostentoso, pero a la vez mostraba la nobleza de su canto. El famosísimo 'Santa Claus llegó a la ciudad' (Coots y Gillespie) tuvo una marca distintiva: el carácter diríamos que hímnico que posee la letra y música lo coronó con el único Do sobreagudo de todo el recital; sin embargo, nos resultó extraño que unas frases las hiciera en un registro más agudo y otras más grave. Por otro lado, en todo momento su inteligibilidad fue óptima, lo que daba idea de una voz sana, sin fisuras ni vacilaciones. Como 'Noche de paz' (Gruber) pudiera provocar ya cansancio, optó por cantarlo en alemán, muy bien, además de descubrirnos que el centro vocal lo conserva precioso (como vimos de 'O Tannembaum' en adelante), e incluso en 'Los Campanilleros' (popular) su voz comenzaba más ancha de lo que recordamos. Aquí lució además unos requiebros aflamencados preciosos, después de que nos dejara algo preocupados por las coloraturas no tan fluidas de 'Joy to the world' (Haendel) . 'Campana sobre campana' (popular andaluz) adoptó un ritmo 'sabrosón' según la cantante, porque es en Hispanoamérica donde ha alcanzado mayor popularidad; y de hecho aquí sirvió como propina final. 'God Rest Ye Merry, Gentlemen' conserva el carácter popular de esta canción irlandesa, que gozó de un acompañamiento jazzístico, con la intervención estelar del pianista Antonio José Henares , autor también de los arreglos, que incluía el contracanto del violín y escalas pianística diríamos que de corte celta, mientras la batería de Manuel Luque era tocada con las manos (casi más veces que con las baquetas) y cascabeles. 'El tamborilero' (Kennicott Davis) también traía un 'invento' del maestro granadino Sánchez Ruzafa , consistente en solapar dicho villancico con el de 'Noche de paz', lo que lejos de parecer disparatado, resultó conjuntar con acierto. Final con notas agudas (Sib) y muy sostenidas en 'Have yourself a merry little Christmas' (Martin y Blane) y de nuevo muestras de generoso 'fiato'. Digamos igualmente que cambió el orden del programa previsto. Antes nos había cantado en catalán 'El cant dels ocells' (popular) , con el que había brillado el destello de su canto luminoso, teñido de elegancia y exquisitez en su centro. Está claro que ha cantado lo que le apetece, pero ¿volverá a apetecerle la ópera y/o zarzuela, a lo grande o en recital?