El éxito empresarial que permite a Sara Carbonero vivir la vida tranquila que siempre quiso

La firma Slow Love, creada por Sara Carbonero e Isabel Jiménez , ha continuado creciendo de forma estable en los últimos ejercicios, incluso después de haber sido adquirida por el Grupo Cortefiel. La marca cerró el último año con una facturación cercana a tres millones y medio de euros , lo que supone un incremento de casi medio millón respecto al ejercicio anterior, cuando los ingresos superaban ligeramente los tres millones. A esta evolución se suma un total activo que se mantiene en torno a los dos millones de euros, consolidando su estabilidad dentro del sector de la moda. Pese a haber vendido la empresa hace tiempo, Carbonero y Jiménez han seguido vinculadas al proyecto: conservan presencia creativa y colaboran con la firma desde un rol más ligero que en los primeros años, alejadas de la parte administrativa —esa que, como ellas mismas han reconocido en varias ocasiones, menos les gustaba. Y lo cierto es que el tándem formado entre los nuevos administradores y las dos comunicadoras funciona. Los resultados lo dejan claro. La esencia de la marca sigue intacta: aquel estilo bohemio, muy reconocible en el día a día de Sara, sigue siendo la base sobre la que se articula Slow Love. Esta coherencia ha encajado bien entre un público que valora la autenticidad del proyecto. Aunque el negocio esté ahora en manos de un grupo empresarial más grande, la identidad original no se ha diluido . La gestión ha respetado la filosofía inicial y ha permitido que las creadoras mantengan el tono personal que siempre ha definido a la firma. Gracias a esta estabilidad —y muy en sintonía con la filosofía de la casa— Sara Carbonero puede permitirse llevar la vida «slow» que ha decidido adoptar. Ya en la presentación de la colección de fiesta de hace dos años explicaba que llevaba un tiempo viviendo «más hacia dentro», centrada en su bienestar interior y menos pendiente del exterior. Eso no significa que no trabaje: continúa impulsando la firma y realiza algunas colaboraciones, no muchas, y según fuentes de este medio por elección propia, no por falta de propuestas . La diferencia con etapas anteriores es evidente: su exposición ante las cámaras, los medios o incluso ante su propio teléfono es mínima. Está centrada en sí misma, en su vida personal y en sus hijos. Aun así, no puede evitar despertar interés. Desde su ruptura con Nacho Taboada a finales de 2023 hasta su relación con José Luis Cabrera —que se conoció en febrero del año pasado—, su vida personal sigue generando atención. A Cabrera, empresario, lo conoció en un viaje a La Graciosa junto a Isabel Jiménez y su entonces marido, y su relación dura ya un año. La periodista vive un momento sereno, aunque apenas han trascendido detalles porque, desde su divorcio de Iker Casillas, no ha vuelto a hacer declaraciones sobre su vida sentimental. Antes era habitual verla como imagen de productos y atendiendo a la prensa en actos promocionales; ahora es raro que ocurra. Y en parte es gracias a Slow Love, que es una de sus principales fuentes de ingresos y le permite decir «no» a muchas propuestas. El crecimiento económico de Slow Love ha consolidado el proyecto en el sector de la moda española. No es habitual que una firma con apenas diez años de vida lleve más de dos manteniendo un total activo estable de dos millones de euros. Esto demuestra que la decisión de integrarse en el Grupo Cortefiel —aunque implicara perder la capacidad de decisión total— fue un acierto . La aportación del grupo ha permitido acceder a más recursos, mejorar la distribución y ampliar la presencia de la marca sin poner en riesgo su identidad. La empresa ha mantenido su autonomía creativa y una línea coherente entre sus campañas y lo que Isabel y Sara representan. Esa estabilidad ha dado margen para desarrollar nuevas colecciones y realizar mejoras. Y esa ha sido la fórmula del éxito. Les ha dado crecimiento… y, sobre todo en el caso de Sara, les ha dado tranquilidad, que era el objetivo.