Había terminado Guardiola su campaña electoral con una «zambomba flamenca», y quizás a estas horas siga tocando la zambomba, menos por su resultado que por el del PSOE, que se hundió en el que había sido su granero más fiel de votos. Está claro que Gallardo debería haber dado un paso al lado, cuando todas las encuestas y el sentir de la calle era que al PSOE le iría mejor con otro candidato. Podría haber pasado a la historia como un gran alcalde y un buen gestor, no como el perdedor de 2025.