Siempre se le dio al fin de año una connotación de corte transversal en el proceso del tiempo, dando lugar al borrón y cuenta nueva; o lo que es lo mismo, balance del pasado y proyecto de futuro. En la segunda quincena de diciembre andamos sometidos a presiones. La propia Navidad, con su componente religioso y su exaltación de la bondad, de la amistad y de las buenas intenciones por encima de todas las maldades acumuladas a lo largo del año, nos incita al análisis, a la meditación sobre nuestra conducta y, lamentablemente, nos muestra lo poco de fiar que somos ante las promesas que la nochevieja anterior nos planteamos.