La primera semana oficial del invierno ha traído consigo la llegada de los virus respiratorios, pero este año la gripe ha irrumpido antes de lo habitual y con una virulencia que ha encendido las alarmas. Desde las farmacias, profesionales como María Martín Molina, cotitular de la Farmacia Eloísa Molina en Málaga, confirman en COPE Málaga la situación: “Lo que estamos viendo es un aumento muy claro de casos de gripe, y además con síntomas bastante intensos”. Este repunte no solo se manifiesta en la cantidad de personas que buscan alivio para la fiebre alta o los dolores musculares, sino en el profundo agotamiento que relatan los afectados, afectando a todos los grupos de edad y generando un impacto considerable en colegios, empresas y servicios sanitarios. Una de las confusiones más comunes entre la población es diferenciar un simple resfriado de la gripe. La farmacéutica María Martín Molina aclara que la clave reside en la intensidad y la rapidez de la aparición de los síntomas. Mientras que el resfriado “suele empezar poco a poco, con un poco de moqueo, dolor de garganta o estornudos”, la gripe se manifiesta de forma abrupta. “Mucha gente te dice: ‘me acosté bien y me he levantado fatal’”, explica la experta. Los signos inequívocos de la gripe incluyen fiebre más alta, dolores musculares intensos, un dolor de cabeza muy fuerte y un cansancio extremo que impide mantener la rutina diaria. Este estado de postración es, de hecho, uno de los indicadores más fiables. “Esa sensación de agotamiento extremo es muy característica de la gripe”, subraya Martín Molina. A diferencia del malestar general de un catarro, la gripe impone un parón forzoso en la actividad de quien la padece, con una sensación de no poder levantarse de la cama que muchos pacientes describen al llegar a la farmacia. Ante este panorama, los expertos insisten en que la prevención es la herramienta más poderosa. La farmacéutica destaca que “la medida más eficaz sigue siendo la vacunación anual”. Esta recomendación es especialmente crucial para los grupos de riesgo, como los mayores de 60 años, las personas con enfermedades crónicas, el personal sanitario y las embarazadas. Aunque la vacuna no siempre evita la infección al cien por cien, sí “reduce mucho la gravedad y las complicaciones de la misma”. Además, Martín Molina recuerda el componente solidario de este gesto: “Vacunarse, además de protegerse uno mismo, también protege a las personas más vulnerables de nuestro entorno”. Junto a la vacunación, un sistema inmunitario fuerte juega un papel clave. Para que las defensas del cuerpo funcionen correctamente frente a los virus, es fundamental garantizar un buen descanso, reducir el estrés y mantener una alimentación adecuada, rica en vitaminas y minerales. La experta señala que nutrientes como la vitamina D, el selenio y el zinc “desempeñan un papel fundamental en la defensa inmunitaria”. Sin embargo, advierte que “la mayoría de las personas suelen tener un déficit y ni siquiera son conscientes”, ya que no se obtienen fácilmente de la dieta en las cantidades necesarias. Por este motivo, considera “recomendable el uso de complementos que refuerzan las defensas en esta época” para preparar al sistema inmune contra las afecciones invernales. El aumento de contagios ha traído de vuelta una medida que recuerda a la pandemia: el uso de mascarillas en centros de salud y hospitales. Según María Martín Molina, esta medida sigue teniendo todo el sentido. La gripe se contagia principalmente a través de las gotitas respiratorias que se expulsan al hablar, toser o estornudar, y “la mascarilla actúa como una barrera sencilla, pero muy eficaz”. Su uso reduce la cantidad de virus que una persona enferma libera al ambiente y, a su vez, disminuye la probabilidad de que una persona sana inhale las partículas infecciosas en entornos de riesgo. La recomendación no es llevarla permanentemente, sino “usarla con sentido común”. Esto implica utilizarla cuando se está enfermo, al acudir a centros sanitarios o farmacias, y al convivir con personas mayores o con defensas bajas. Se trata, en palabras de la experta, de una cuestión de civismo y protección mutua. “Es una medida de respeto y de prevención muy eficaz”, afirma. Otra herramienta que ha ganado protagonismo son los test rápidos, que ahora permiten diferenciar entre gripe A, gripe B y COVID-19. Estos test “ayudan a saber qué virus tenemos y a tomar mejores decisiones”, como quedarse en casa para no contagiar, proteger a los más vulnerables y consultar al médico cuando sea necesario. En el caso de haber contraído la enfermedad, las pautas son claras: reposo, hidratación abundante y el uso de medicación para aliviar la fiebre y el dolor. Es fundamental recordar que “los antibióticos no sirven contra la gripe, ya que se trata de un virus”, insiste la farmacéutica. Finalmente, la experta aclara la diferencia entre los distintos términos que generan confusión. La gripe A no es una enfermedad distinta, sino un tipo de gripe que “suele dar síntomas más intensos”. La gripe común es la gripe estacional de cada año, y ambas son producidas por el mismo tipo de virus. El COVID, por su parte, es un virus completamente diferente, aunque sus síntomas puedan ser parecidos, de ahí la utilidad de los test para un diagnóstico certero.