Mari Ganuza Senosiain (1959-2025): Gigante

Arantxa Bakaikoa, viuda de Mari Ganuza, me recibe sonriente a las puertas de su domicilio de Gares, un precioso caserón que ambos construyeron con sus propias manos, y que lleva en cada rincón la huella del desaparecido gigantero. Sentados en la mesa del “txoko”, los recuerdos y las vivencias se suceden mientras ojeamos un montón de viejas fotografías. Jesús Mari Ganuza nació el 6 de abril de 1959 en la desaparecida clínica Alcalde, sita en la esquina de Carlos III con Roncesvalles, donde luego estuvo el edificio de la CAN. El domicilio familiar, sin embargo, estaba por aquel entonces fijado en un caserón del viejo barrio de Iturrama, en el camino de la Fuente del Hierro, actual calle homónima, frente al lugar donde hoy está el Centro de Salud de Iturrama. Allí, el matrimonio formado por Juanito Ganuza, pintor de profesión, y Amelia Senosiain, tuvo a sus tres hijos, Juan Ignacio, Jesús Mari y Marisol. Mari estudió en las Escuelas de San Juan, y luego en Maristas y en la Escolanía de San Antonio. Y fue en las clases infantiles de San Juan donde comenzaría a desarrollar su posterior afición, al utilizar una vieja cabeza de kiliki que había por allí para jugar con sus compañeros. Le encantaban los disfraces y, cuando las barracas sanfermineras se instalaban en la Vuelta del Castillo, era capaz de pasar horas mirando dar vueltas al Tren Chu-Chu, soñando con ser la bruja que repartía escobazos. Años después cumpliría sus sueños, al ser contratado para hacer de bruja, pero se despidió el día 5 de julio, porque comenzaban ya los sanfermines. En otro orden de cosas, en el año 1975 y cuando Mari tiene 16 años, construye su primera comparsa con otro amigo, utilizando cuatro cabezas que compraron en el desaparecido Bazar Jota. En compañía de los amigos del Club Aterbea, se dedicarán a recorrer el barrio de Iturrama con aquellos gigantillos, amenizando las festividades.