El ataque de Rusia –con cientos de drones y decenas de misiles– contra Kiev y otras zonas de Ucrania ocurre justo antes de que Zelenski viaje a Estados Unidos para reunirse hoy con Donald Trump, lo que introduce una clara tensión de fondo al encuentro. El bombardeo, además de víctimas humanas, ha causado daños severos en infraestructura civil y energética, agravando la situación humanitaria de millones de personas en pleno invierno. Aunque no esté sentado en la mesa de negociación, Putin remite un mensaje claro a los interlocutores: Moscú no está debilitando su presión militar, sino todo lo contrario, incluso ante esfuerzos diplomáticos para que callen las armas.