Las elecciones autonómicas del pasado día 21 en Extremadura han dejado un mapa político tan previsible en su resultado general como inquietante en sus consecuencias. María Guardiola volvió a ganar, el PSOE se hundió como nunca antes y Vox salió reforzado hasta convertirse, una vez más, en la llave imprescindible para la gobernabilidad y con más fuerza. Pero el verdadero mensaje que dejó la primera noche electoral que Feijóo ha impuesto a sus barones territoriales deja un mensaje de lo más preocupante para Génova: el Partido Popular arranca el ciclo electoral de 2026 con un socio incómodo al alza y con menos margen de maniobra del que esperaba.