Sánchez, de reclamo a lastre

Lejos de rectificar su estrategia tras la derrota sin paliativos que Pedro Sánchez sufrió en Extremadura en la figura de Miguel Ángel Gallardo , Moncloa no modifica su empeño y se prepara para otro revés en Aragón en los comicios del próximo 8 de febrero. Entre los socialistas aragoneses resuenan las voces de queja ante las últimas maniobras del Ejecutivo, que insisten en reforzar la presencia del sanchismo. Las encuestas otorgan al popular Jorge Azcón una notable ventaja y auguran que la formación socialista, encabezada por la exportavoz del Gobierno Pilar Alegría, podría alcanzar un suelo electoral hasta ahora desconocido. Los movimientos internos del partido han tomado forma en las listas electorales, que sitúan a los sanchistas en privilegiados puestos de salida a costa de otros diputados y como refugio ante la derrota que espera Ferraz. Entre los socialistas aragoneses se transmite el malestar por la maniobra y por cómo se ha colocado como número tres a la alcaldesa de Ejea de los Caballeros, alternativa orgánica a Pilar Alegría, como posible chivo expiatorio de unos resultados tan malos como los que se pueden confirmar. Tal y como se ha comprobado en las pasadas elecciones extremeñas, la influencia de Sánchez ya no es un activo, sino que, al contrario, representa un lastre para las expectativas socialistas. Lejos de salvar a los territorios, como pretendía, la sombra de Moncloa enfría los horizontes demoscópicos de las autonomías. Si en la derecha se dice que no toda España es Madrid, podría convenirse que en la izquierda no todo el país es Cataluña . Las decisiones que Sánchez ha tomado con tal de conservar el poder, en contra de la igualdad de los españoles y a favor de Cataluña y el País Vasco, no benefician a las regiones. La debacle extremeña del pasado domingo, cuando el PSOE pasó a ser tercera fuerza en algunas capitales y la derecha acumuló el 60 por ciento de los votos, podría repetirse, a mayor o menor escala, en Aragón y Andalucía, las próximas pruebas a las que el sanchismo se enfrenta en las urnas antes de unas elecciones generales. En Extremadura, Sánchez hizo lo imposible por mantener con vida a un candidato como Miguel Ángel Gallardo, sentenciado demoscópicamente de antemano por el proceso que lo iba a sentar en el banquillo en mayo. En este caso, lo que Moncloa pretendía era sacrificar al PSOE extremeño y amputar una región histórica en la que el partido ha sido hegemónico con tal de aforar al candidato Gallardo, acusado de tráfico de influencias por crear presuntamente un puesto de trabajo 'ad hoc' para David Sánchez Castejón, hermano del presidente. Antes, el PSOE hizo dimitir a cinco personas para que Gallardo pudiera acceder a un puesto en la Asamblea, maniobra que el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura consideró fraude de ley. Tras las elecciones, Gallardo consolida un aforamiento que, junto al hermano de Sánchez , le evita pasar por la Audiencia Provincial de Badajoz. Misión cumplida para ambos. Con estos movimientos, el presidente del Gobierno no solo mantiene el control orgánico del partido, sino que intenta protegerse a sí mismo y a su familia de procesos judiciales, así como de posibles alternativas internas que alcen la voz tras la cadena de reveses electorales que se avecina. Pedro Sánchez pretende salvarse a toda costa, pese a que en su braceo arrastre a su partido al fondo de unos suelos electorales inéditos para su formación. En el PSOE cada vez está más claro que está dispuesto a sacrificar a los suyos para sobrevivir.