20 millones de euros enterrados bajo el suelo de Córdoba

No es exactamente un tesoro aunque tiene un plano detallado de dónde está. Bajo el subsuelo de Córdoba, en la zona de expansión urbanística de Poniente y Turruñuelos, hay unos 20 millones de euros enterrados. No en billetes ni en lingotes de oro (ahora que su precio está batiendo todos los récords). No. Son 20 millones de euros en tuberías. Pero no de agua ni de gas. Tuberías de basura. O que algún día deben transportar basura. En el año 2005, hace 20 años, Córdoba aprobó su plan de recogida neumática de basura. Bajo este extraño nombre, incomprensible, se esconde un sistema de recogida de residuos que entonces era muy avanzado y que hoy en día se está normalizando en muchas ciudades. El funcionamiento es bastante simple: los vecinos disponen en sus edificios de una zona donde arrojan su basura ya separada que por gravedad, primero, y a presión, después, llega hasta una estación de tratamiento. De ahí, al vertedero. O a su reciclaje. Córdoba decidió que esas tuberías la tenían que pagar los vecinos. O los constructores de los edificios de las nuevas viviendas en las zonas de expansión. Y lo hicieron. Bajo cada nueva construcción de Poniente hay un sistema de tuberías aún por estrenar. El Ayuntamiento, a través de Sadeco, tenía que cumplir su parte: construir dos centrales de tratamiento. Pese a que tuvo ofertas y a que anunció que lo iba a hacer, esas estaciones no están ni proyectadas. Los vecinos, hartos, se han ido a los juzgados, que le han dado la razón, aunque a medias. Pretendían que el Ayuntamiento les devolviese el dinero. Pero no lo han logrado. En 2005 se entendió que si la ciudad iba a crecer lo que el PGOU había dibujado los servicios públicos se iban a resentir. El PGOU de 2001 había dibujado una ciudad de medio millón de habitantes. Esa población no se ha alcanzado, aunque sí que se han ejecutado la mayor parte de los desarrollos urbanísticos previstos. Hay más casas pero menos gente. En 2025 por piso viven muchas menos personas, de media, que en 2001. Esa es la única explicación. Entonces, se previó lo que está ocurriendo ahora: hay más calles, más casas y la ciudad es más grande. Con los recursos de 2001 es imposible llegar a todo. No hay trabajadores suficientes de Sadeco para recoger la basura o limpiar las calles. O autobuses de Aucorsa para recorridos cada vez más largos, por poner dos ejemplos. Por eso se optó por un sistema de recogida de basura muy moderno que iba a necesitar de menos mano de obra y menos camiones de basura. Los residuos iban a través de kilómetros de tuberías directos a una central de tratamiento, donde se procesaban, se reciclaban o se largaban a vertedero. Pero estalló la crisis, el Ayuntamiento ajustó presupuestos y se olvidó de aquellas estaciones de tratamiento tan modernas. A estas alturas, Córdoba mantiene enterrados aquellos 20 millones de euros. No lo pagó el Ayuntamiento, pero sí los cordobeses que se compraron sus casas allí. Y son ellos los primeros interesados en que el sistema funcione y en exigir a Sadeco que aproveche un obrón que tanto dinero y disgustos le costó. Creo que ahora mismo no hay un reciclaje mayor que el de recuperar ese tesoro enterrado. De lo contrario, los arqueólogos del año 3.000 lo excavarán y se preguntarán si es que nos sobraba el dinero.