Hoy ya nadie se puede llevar a engaño. Dejémonos de retórica para llegar a lo obvio: hoy Benjamin Netanyahu es Herodes el Grande, el que ordenó ejecutar a todos los niños menores de dos años en Belén y alrededores (Palestina). Hoy es el Día de los Inocentes, los que tienen el alma limpia de culpa según los diccionarios, los ingenuos, los cándidos, los crédulos. Los que no albergan en su corazón malicia o picardía. Los niños, en fin. Pero puede que ocurra con él como sucedió con el propio Herodes: que el paso de los siglos blanqueara su figura, incluso en la historia de la Iglesia, que no pase por un tribunal internacional, que sea exculpado o “no culpado” por cualquier trapisonda del lenguaje jurídico. Puede pasar de todo y de nada. A las personas que aún asistieron a la Misa del Gallo les pido que, por favor hoy Día de la Matanza de los Inocentes, domingo, sigan acudiendo a misa de doce, donde se está calentito por un rato, escuchen al señor vestido con esa ropa tan graciosa que diga lo que tenga que decir, que sonrían a esa mujer dominicana que arrastra la silla de ruedas de la abuela, que después se tomen unas gambitas descongeladas de Nicaragua con un bíter Kas, que compren pasteles y que vayan a casa a comer el arroz que tan bien le sale a Fátima. Y que no apaguen la tele. Que no giren la mirada. Que están ahí. (Te digo, Santidad, León XIV (tienes nombre como de coche, creo; perdona), cambia el calendario litúrgico. El 28 de Diciembre no se celebra “la matanza de los inocentes”. Se lamenta, se duele, se desgarra un Genocidio.