Para ver la Fontana di Trevi habrá que comprar entrada anticipada. Reservar día y hora para lanzar una moneda, pedir un deseo y hacer la foto que certifique que has estado allí. Y "vayan saliendo", porque tienen que entrar los de detrás: la máquina no puede parar. No es una noticia menor, aunque pueda parecer anecdótica porque desde hace años visitar la Fontana di Trevi es un agobio. Es un pequeño gesto administrativo que certifica el paso definitivo del símbolo vivo al producto regulado.