Es mejor no volver por allí. Cascotes de la fachada, hierbajos, seguramente goteras y la piscina, a estas alturas del año, tendrá un verdín pastoso. El bar estaba, según entrabas, a la izquierda, donde empezaba un pasillo de placas de cemento; y donde, si eras habilidoso, te fiaban. Comíamos en bandejas metálicas grises (qué estrépito al caerse) y había unas cabinas de madera para hablar por teléfono en la planta baja, cerca de la centralita. La entrada El “Johnny”, nuestro Instituto Benjamenta aparece primero en Zenda .