En la interminable factoría del piragüismo gallego, sinómino de éxitos y medallas al más alto nivel, un nombre ha brillado por encima de todos los demás. Pablo Graña, el explosivo canoísta vigués, ha sacado provecho de la entrada de su mejor especialidad (el C1 200) en las grandes competiciones para confirmarse como una de las grandes esperanzas de futuro de este deporte en España. Graña fue oro en el Europeo y a finales de agosto logró la plata en el Mundial que se le escapó por una distancia ridícula. El cangués está en el camino para conseguir extender esa gloria a los Juegos Olímpicos, aunque para ello deberá extender a los 500 metros su rendimiento.