Historias poco inocentes

Los buenos deseos corren estos días como rabos de nubes. Hay quien me pide que endulce la sátira, que alegre la letra que, como esos rabos de nubes, el verbo se lleve lo feo. Me siento y me cuelgo de la nube, esta mañana de cielos azules y sesgos de cirros tras las lluvias de 24 horas. Ni García Márquez podía prepararnos un aguacero mejor.