El arranque del proceso electoral en Extremadura ha dado ya unas cuantas pistas de por dónde van los tiros en España, dicho esto metafóricamente, claro. Uno, que la derechización del Partido Popular para evitar que se lo coma Vox es la estrategia de un tonto con capirote; Vox ha subido incluso con un candidato al que no conocen ni sus familiares de primer grado. Dos, la estrepitosa caída del PSOE en una comunidad en la que gobernó durante tantos años, también con un candidato que no conocía ni el conserje de la sede del partido. Tres, que la izquierda sube cuando se presenta unida, tiene un programa claro y abandona esa retórica de maestrillo de escuela. Cuatro, la alta abstención como respuesta a que la política se haya convertido en un juego de ping pong para ver quién tiene más corruptos, chorizos y acosadores en sus armarios.