A veces, de ninguna manera quiero leer un libro que no haya leído ya, y muchísimo menos ver una película que no haya visto. La idea de una novedad me repele, me aburre mortalmente, y con esto no quiero decir que lo conocido sea mejor, o que vale más malo conocido que bueno por conocer. El mundo no está a la altura de nuestras expectativas, y nosotros tampoco, eso es evidente. Pero si digo que a veces no me apetece nada leer libros o ver películas desconocidas, por muy atractivas que se presenten, no me refiero a eso. Podría ser pereza, o los efectos de la edad avanzada, pero no creo, porque pereza tengo siempre y mi dad avanza día a día, mientras que esto que cuento me pasa sólo a veces. A veces estoy dispuesto a aguantar noticias y novedades en la vida, qué remedio, pero no en los entretenimientos. Los entretenimientos deben entretener y dar gusto, nada más. Ya sé que ciertos intelectuales muy exquisitos prefieren releer obras maestras y revisar antiguas pelis históricas por no aguantar las mediocridades actuales que hieren su sensibilidad artística, pero no es mi caso, y ya les puedo adelantar que no hay dieta más nociva que la de obras maestras. Cuando a veces quiero ver cosas ya muy vistas y leer libros que me sé de memoria, no es porque me parezcan mejores, que a veces sí y a veces no, eso no importa, sino porque al suprimir de una narración, ensayo o película el factor sorpresa, así como la curiosidad, el interés por lo que pasará y cómo acabará la cosa (quién es el asesino), y de paso esa tonta emotividad de penetrar en lo desconocido, lo que queda es auténtica literatura. O películas. Que incluso si no son gran cosa, disfrutarlas sin la ansiedad del argumento y la trama las mejora mucho. Resulta infinitamente más placentero, como saben los aficionados a la música, que jamás se cansan de escuchar lo muy conocido, sea Mozart, cancioncillas populares o un solo de trompeta. A veces, lo desconocido (presuntamente desconocido) me cansa enseguida, y sólo me seduce lo muy visto y leído. Más aún, siento enorme curiosidad por lo que ya me sé. Me atrae volver a encontrar lo que esperaba encontrar. ¿Y esto puede ser un serio trastorno cognitivo? Bueno, a veces.