A mediados de enero se cumplirán ocho años desde que los hermanos gemelos Roy y Bernardo D. L., dos expolicías ya jubilados que llegaron a alcanzar el rango de inspectores, y desempeñaron funciones en la Brigada Judicial y en el área de Participación Ciudadana y Prensa, respectivamente, fueron detenidos por sus propios compañeros de la comisaría provincial. Los investigadores de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) que llevaron el caso y la magistrada que ejerció la instrucción, Eva Armesto, consideraban a los hermanos sospechosos de la muerte de su compañero Celso B. A. —fallecido de un disparo en la sede policial, en abril de 2016—, así como del robo de seis armas del búnker de la comisaría, un suceso insólito ocurrido en el verano de 2014, y de la elaboración de anónimos que llegaron a Asuntos Internos y provocaron que esta unidad secreta pusiera a la Policía Nacional de Ourense bajo el foco, desatando a finales de 2015 la operación Zamburiña, que llevó al banquillo a agentes antidroga y a presuntos traficantes, absueltos todos después de la anulación de las escuchas por una vulneración de derechos fundamentales. El próximo mes de enero se cumplen dos años desde que la Audiencia Provincial de Ourense ordenó el sobreseimiento provisional de la causa relativa al asesinato, por falta de indicios contra Roy y Bernardo. Antes ya fueron desvinculados por la justicia en relación a la autoría del anónimo y de otras sospechas como la acumulación de numerosa munición, justificada en su caso porque se dedicaban a entrenar y a competir en galerías de tiro: eran profesionales en esa disciplina.