La realidad de la migración en Canarias contada por una voluntaria: "Llegan con las vidas rotas"

La posible visita del Papa Francisco a España pone el foco en las Islas Canarias y el drama de la migración. Este año, han llegado al archipiélago casi 17.000 migrantes, un 60% menos que el año anterior según datos del Ministerio del Interior, pero la realidad humana detrás de las cifras sigue siendo igual de dura. Juan Carlos Lorenzo, coordinador de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en el archipiélago, explica que, aunque las causas como los conflictos y la pobreza persisten, la disminución de llegadas se debe a las duras condiciones del mar y a las "políticas de control de los flujos migratorios". A pesar del descenso, la ruta sigue siendo mortal: solo en el primer semestre del año fallecieron más de 1.400 personas. Una vez en las islas, muchos migrantes se encuentran atrapados. El obispo de Canarias, José Mazuelos, describe la situación como una "cárcel sin muro", ya que la falta de documentación les impide viajar a la península. "Se convierte esto, que es lo único que pasa en Lampedusa, como una cárcel sin muro", lamenta el obispo. En medio de este drama, la Iglesia ofrece su apoyo incondicional. María José, voluntaria en la parroquia de San Rafael, en Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria), es uno de los rostros de esta labor. A través de Cáritas, acoge a perfiles muy diversos: mujeres solas, madres con hijos, familias completas y jóvenes que quedan en la calle al cumplir la mayoría de edad. Las necesidades son variadas, desde lo más básico como alimentación, vestido o un lugar donde pasar la noche, hasta lo que los voluntarios consideran su principal misión: "trabajar en la promoción, acompañar a las personas en sus procesos vitales, más allá que cubrir las propias necesidades básicas", explica María José. Las historias personales de quienes llegan dejan una profunda huella en los voluntarios. "Son historias de vida que tocan porque están fuera de la comprensión y de la historia del que está en un mundo cómodo", confiesa María José. Son personas que huyen de guerras, persecuciones, hambrunas o violencia de género, con vivencias que "parecen de películas de televisión" pero que son dolorosamente reales. Para la voluntaria, lo que aparece en los medios no siempre refleja la crudeza de la situación. La realidad, asegura, es la que se cuenta "de tú a tú". Por ello, una posible visita del Papa Francisco a Canarias significaría "dar visibilidad en toda su extensión a la situación" que se vive en el archipiélago. Un gesto del pontífice no solo serviría para "dar voz a esa vulnerabilidad y clamar por justicia", sino también para "apelar a la fraternidad de todos". Para los voluntarios que están a pie de calle, sería un impulso y un reconocimiento a su labor de acompañamiento a "todos aquellos que llegan con su realidad vulnerable", concluye.