Para Armand Duplantis, estrella rutilante del atletismo como lo fuera Usain Bolt, la pértiga empezó siendo un juego infantil. Hijo de un pertiguista estadounidense, Greg, y de una heptatleta y voleibolista sueca, Helena, Duplantis saltaba una y otra vez, pértiga en mano, en el patio trasero de su casa en Lafayette (Luisiana). Y asegura haber sentido lo mismo superando los 6,30 metros el pasado septiembre en el mundial de Tokio, el más allá, que cuando se elevaba por encima de los dos metros siendo un crío. Mondo, así se apoda, ha cerrado otro año brillante con dos títulos mundiales más bajo el brazo (bajo techo y aire libre) y cuatro plusmarcas hasta llegar al 6,30m. Y la sensación es que, centímetro a centímetro y con aparente facilidad, todavía le queda listón por conquistar.