El misionero español en Tierra Santa que quiere devolver la alegría a casi 40 niños de Belén: "Una experiencia muy bonita cerquita de donde nació Jesús"

En Belén, la cuna de la Navidad, la realidad de los últimos años ha estado marcada por el conflicto y la incertidumbre. Sin embargo, en medio de la oscuridad, surgen luces de esperanza. Una de ellas es la labor de Eduardo Moreno, un misionero español de Villarrobledo (Albacete) que colabora con el Hogar Niño Dios. Este centro, ubicado a pocos metros de la Basílica de la Natividad, es el hogar de casi cuarenta personas con discapacidad, a quienes Moreno y las religiosas que lo gestionan buscan devolver la alegría, especialmente en estas fechas tan señaladas. El Hogar Niño Dios está gestionado por las hermanas del Verbo Encarnado y acoge a 39 usuarios, la mayoría niños, aunque el rango de edad es muy amplio: el más pequeño está a punto de cumplir dos años y la mayor tiene sesenta. No se trata de un centro de día, sino de una residencia donde los niños viven permanentemente. "Es un lugar muy especial, está muy cerquita de la natividad", explica Eduardo, quien subraya la dedicación total de las hermanas, que "se entregan en cuerpo y alma todos los días del año". La diversidad de situaciones en el hogar es enorme, atendiendo a niños y adultos con síndrome de Down, parálisis cerebral, autismo y diversas dificultades intelectuales y motrices. Las necesidades son integrales: desde educación y momentos de juego hasta fisioterapia y rehabilitación. Para Moreno, estar allí es un privilegio. "Es una experiencia muy bonita poder compartir con estos niños tan cerquita del lugar donde nació Jesús, poder estar con ellos y atender y ver la fragilidad de estos niños, que es la misma con la que Jesús vino al mundo", confiesa el misionero. La vocación de Eduardo nació en la JMJ de Madrid y le ha llevado por Kenia y Etiopía antes de recalar en Tierra Santa, donde lleva dos meses de forma continua tras siete años de visitas esporádicas. En este tiempo, ha conocido historias que le han marcado profundamente. Habla de Amar, un niño de casi dos años con enanismo que "es superinteligente y nos tiene enamorados a todos". Su proceso para aprender a andar se ha convertido en una fuente de alegría para el centro. O de Marcelino, de 14 años, "un niño súper amoroso" que siempre le recibe con un abrazo. Estas experiencias le han llevado a una conclusión clara sobre su labor. "Nosotros que vamos allí a ayudar, pues muchas veces te das cuenta de que estos niños lo que hacen es llenarte a ti el corazón", asegura. Una conexión que se ve facilitada por un hecho curioso: como el instituto religioso de las hermanas es de origen argentino, hablan español, y muchos de los niños también lo han aprendido. Esto, según Moreno, "facilita mucho esta esta misión" en un lugar tan emblemático. Para canalizar la ayuda, se ha puesto en marcha el proyecto 'Navidad' en colaboración con Misión América. El objetivo es recaudar fondos para reformar el jardín del hogar, un espacio vital para los residentes. "El jardín es el pulmón principal de este hogar", detalla Eduardo. Explica que en Belén apenas hay parques o plazas seguras donde los niños puedan jugar al aire libre, por lo que este jardín es fundamental para su esparcimiento, para celebrar fiestas o, simplemente, para merendar cuando el tiempo acompaña. El problema es que el jardín ha sufrido un grave deterioro debido a los hundimientos provocados por una cisterna subterránea. Esto dificulta y hace peligroso el movimiento, especialmente para los niños que dependen de sillas de ruedas o andadores. La campaña busca rehabilitar este espacio "para que el jardín pueda otra vez volver a ser un sitio de uso y alegría para los niños". La ayuda de todos es fundamental para que esta misión llegue a buen puerto. A pesar de las dificultades, la alegría de la Navidad está volviendo a las calles de Tierra Santa. Tras años de conflicto, este año se han vuelto a ver mercadillos navideños y el encendido de árboles. Los desfiles de los Scouts con sus tambores y gaitas emocionan a la población. El misionero también destaca el apoyo del cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca de Jerusalén, a quien describe como "muy cercano" y un "pilar fundamental" para los cristianos locales. Para concluir, Eduardo lanza una petición final: "Rezad por Tierra Santa, por la paz aquí, y sobre todo que los peregrinos vuelvan, que es lo que aquí hace falta".