Presión ambiental - Los grandes mamíferos blancos se ven obligados a recorrer trayectos más largos, gastar más energía y modificar pautas de caza porque la superficie congelada disminuye cada año y ya no garantiza acceso regular a presas ricas en grasa Graban el momento en el que cachorros de oso polar salen por primera vez de sus madrigueras El hielo del Ártico cubre mares donde la temperatura apenas permite la vida, pero ese entorno es esencial para una de las especies más emblemáticas del planeta: el oso polar . Su nombre refleja el territorio helado que necesita para cazar, desplazarse y criar, un espacio que hoy se reduce a un ritmo alarmante. Las plataformas de hielo desaparecen y con ellas los lugares desde donde estos animales atrapan a las focas, sus presas principales. Esa pérdida de superficie congelada altera sus hábitos de desplazamiento y reduce sus posibilidades de supervivencia. Cada temporada de deshielo se adelanta, los periodos sin hielo se alargan y los osos deben r ecorrer mayores distancias para encontrar alimento , con el consiguiente gasto energético. Con ello, la reducción del hielo marino se convierte en una presión ambiental permanente que ha comenzado a dejar un rastro visibles en su fisiología y, según los científicos, también en su ADN . Un equipo académico detectó alteraciones hereditarias ligadas al aumento térmico La Universidad de East Anglia ha detectado modificaciones genéticas en los osos polares del sureste de Groenlandia que podrían ayudarles a sobrevivir al aumento de las temperaturas. El estudio, publicado en la revista Mobile DNA , analiza cómo estos animales están adaptando su material genético a un entorno más cálido. Según su autora principal, Alicia Godden , investigadora de la Escuela de Ciencias Biológicas de esa universidad, las secuencias del ADN de los osos polares están experimentando cambios acelerados debido al estrés ambiental generado por el calentamiento global . La experta afirma que esas variaciones podrían ofrecer una vía de resistencia biológica a las condiciones extremas del Ártico que hoy se transforman con rapidez. Organizaciones conservacionistas situaron el número total de individuos en una horquilla limitada El equipo de Godden comparó genomas de ejemplares procedentes del norte y del sureste de Groenlandia. Los análisis revelaron que en las zonas más cálidas del sur los genes relacionados con el metabolismo y la respuesta al calor se comportan de manera distinta, lo que sugiere una adaptación evolutiva reciente. Esa diferencia coincide con un aumento contrastado de las temperaturas en esa región, donde el hielo se derrite antes y la variación térmica es mayor. Los investigadores identificaron un elemento clave en este proceso: los transposones , también conocidos como genes saltarines . Estos fragmentos móviles de ADN representan cerca del 38% del genoma del oso polar y pueden desplazarse a distintas posiciones dentro de las células, provocando mutaciones o reorganizaciones genéticas. “Los transposones son como piezas de un rompecabezas que pueden reorganizarse, lo que a veces ayuda a los animales a adaptarse a nuevos entorno s”, explicó Godden en un artículo publicado en The Conversation . Las estimaciones demográficas confirmaron un futuro muy comprometido para la especie La situación general de la especie sigue siendo preocupante. Con una población estimada entre 22.000 y 31.000 individuos, los osos polares están catalogados por el Fondo Mundial para la Naturaleza como especie vulnerable . Diversos estudios prevén que para 2050 podrían desaparecer dos tercios de ellos y que la especie podría extinguirse antes de que finalice el siglo. Los investigadores señalan que los ejemplares del sureste de Groenlandia, además de modificar su genoma, están cambiando lentamente su dieta . El retroceso del hielo ha reducido el acceso a las focas ricas en grasa, y algunos osos se alimentan ahora de plantas más duras y menos calóricas . Ese ajuste alimentario refleja una adaptación forzada al nuevo entorno y ofrece indicios sobre cómo podrían sobrevivir en un Ártico cada vez más cálido. El estudio de la Universidad de East Anglia demuestra que las transformaciones genéticas son más intensas en las poblaciones del sur que en las del norte, donde las temperaturas son más frías y estables. Esta diferencia indica que la evolución del ADN de los osos polares está respondiendo directamente a las condiciones climáticas. Los autores advierten, sin embargo, que estas adaptaciones no eliminan el riesgo de extinción, por lo que insisten en la necesidad de frenar el aumento global de las temperaturas .