Una tradición centenaria vuelve a latir en Fuente Carreteros con la Danza de los Locos

La localidad cordobesa de Fuente Carreteros ha vuelto a celebrar en su Plaza Real una de sus tradiciones más representativas: la Danza de los Locos y el Baile del Oso . Un año más, esta manifestación de carácter folklórico y religioso ha llenado las calles del municipio de la campiña, atrayendo a numerosos vecinos y visitantes que no han querido perderse una cita ya imprescindible en el calendario local. La jornada festiva ha arrancado desde primeras horas de la mañana con la tradicional degustación de pestiños y anís , mientras en el interior de las dependencias municipales se ultimaban los preparativos. Allí, los protagonistas de la fiesta -danzantes, músicos y escopeteros- se afanaban en completar la vestimenta y repasar el desarrollo de los actos. Entonces ha aparecido la llamada 'locada', compuesta por seis locos y la loquilla: esta última representa a los Santos Inocentes que, según la tradición cristiana, iban a ser asesinados por orden del rey Herodes . La formación, castañuelas en mano, han interpertado las danzas. La coreografía, sencilla en su estructura pero intensa en su ritmo, se ha dividido en tres piezas, las conocidas 'Marías', que han desatado los aplausos de los presentes. El traje tradicional ha vuelto a ser uno de los elementos más llamativos de la celebración. Los danzantes han lucido impolutas las alpargatas blancas de cáñamo con cintas negras cruzadas a la romana sobre medias blancas, camisa blanca adornada con cadenas, broches, moñas y cintas de colores, enaguas con encajes, faja azul y pañuelos, uno al cuello y otro, rojo o multicolor, colocado en el lado izquierdo de la cabeza. Este atuendo ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Antiguamente predominaban los tonos más apagados, mientras que en la actualidad los colores más vivos , especialmente el rojo y el azul, son los que marcan la estética. Según recuerda el Ayuntamiento de la localidad, a comienzos del siglo XX, los zapatos eran de becerro vuelto y las faldas contaban con tres volantes, detalles que hoy han quedado como recuerdo de una indumentaria en constante adaptación. En la parte final de la representación, el protagonismo ha recaído en el Oso , una figura que, entre bailes y gestos, ha asustado a los más pequeños y que simboliza la expulsión de los malos augurios , con el deseo de atraer la buena suerte y la prosperidad para el nuevo año. El origen de la Danza de los Locos y el Baile del Oso sigue siendo motivo de debate. La teoría más aceptada sitúa su llegada en el siglo XVIII, en torno a 1767, de la mano de los colonos centroeuropeos que se asentaron en la zona durante la fundación de las Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena. La vestimenta y ciertos rasgos de la coreografía apuntan a influencias mediterráneas o centroeuropeas. Sin embargo, existe también la hipótesis de que se trate de un baile autóctono , apoyada en la existencia de danzas similares en otros puntos de la provincia en épocas pasadas.