La pista de hielo más impresionante de Europa está en España: cuesta 10 euros y está rodeada de montañas nevadas

A Sierra Nevada se sube a esquiar, pero no únicamente a eso. Aunque es cierto que la mayor parte de los usuarios sube a la estación invernal de Granada para eso –y en menor medida, también para practicar snowboard- también hay usuarios que combinan cualquiera de esas dos actividades con el patinaje. O que se decantan directamente por eso último. Porque allí arriba hay de todo. Una de las peculiaridades fundamentales de Sierra Nevada es su carácter familiar. Hay muchísimas parejas que van allí con sus hijos, es bastante habitual encontrar a niños en las pistas… y en otros sitios también, porque para ellos (en realidad para todos, porque es imposible no disfrutarlas) están concebidas las actividades del complejo Mirlo Blanco . Su lema es: «Disfruta de la nieve sin calzarte los esquís». Aunque probablemente la atracción estelar de Mirlo Blanco sea la montaña rusa, un trineo donde pueden montarse dos personas y que tiene como principal atractivo que los viajeros deciden la velocidad, en la zona, a 2.100 metros de altitud, también hay toboganes, camas elásticas y una pista de patinaje sobre hielo que hace las delicias de todos los que la prueban. Es válida para todas las edades e incluso para quienes no se han puesto unos patines en su vida. Siempre hay algún monitor a la vista dispuesto a echar una mano a los neófitos, a los que se recomienda, no obstante, no separarse demasiado de las barandillas para evitar las caídas. Que son parte del juego, por lo demás. También se caen los mayores y no pasa nada. No es un lugar peligroso y ni siquiera se necesita casco. La ropa térmica, sobre todo en invierno, sí que es más que aconsejable porque en Pradollano, que es donde se ubica la pista, lo raro es que el termómetro suba de los cero grados en los meses de diciembre y enero. Es obligatorio entrar en la pista con guantes , aunque si el usuario no los lleva, allí mismo los puede comprar. Son de lana y eso garantiza que no terminará con los meñiques congelados. La pista, una de las más grandes de España, abre entre las once de la mañana y las cinco de la tarde y el último pase diario es a las cuatro de la tarde. Disfrutarla durante todo el tiempo que se considere conveniente cuesta diez euros. Las plazas, lógicamente, están limitadas porque, pese a su tamaño, pueden colapsarse y hay que evitar eso a toda costa: bailar sobre la nieve sorteando continuamente a los demás es un engorro. Sierra Nevada recomienda la pista de patinaje como un complemento extraordinario para las pistas. En ese caso, conviene saber cuáles son las mejores para dos colectivos en concreto: los más pequeños y los que tienen menos experiencia . Que no tiene por qué ser siempre los mismos, porque hay gente mayor que por unas cosas u otras no se ha calzado nunca unos esquís. Si quieren aprender, por cierto, en la estación hay decenas de escuelas con magníficos monitores. Saber lo básico no requiere muchas horas de esfuerzo. Vamos con las pistas: para los niños, una de las más recomendables es Shark Fun Trail , que está, según explican desde la sierra, «jalonada de motivos marítimos donde los niños podrán jugar, interactuar y divertirse con sus padres sin parar de esquiar: animales marinos, una ballena, un tiburón y un montón de caracolas son la guía de sus descensos». Kidspark está dirigida también a los más pequeños, acompañados por sus padres, y se describe como la ideal para iniciarse en el freestyle –trucos, saltos, piruetas y esas cosas- sin riesgos y con el asesoramiento de profesionales. Y el Jardín Alpino es un programa de iniciación para niños de entre 3 y 12 años, que también dispone de una cabaña con juegos. Los principiantes también pueden disfrutar en las mencionadas Shark Fun Trail y Kidspark, así como en la Kid Fun Trail. En todos los casos tienen asesoramiento asegurado y los desniveles son tan escasos que incluso aunque haya caídas, cosa que por lo demás es casi inevitable, es más que improbable que tengan consecuencias graves . Acabar con una pierna rota no es la mejor manera de despachar unas vacaciones.