Paco Maqueda (65), propietario de una empresa de reformas en Madrid: "Empecé a trabajar con 14 años en lo que hacía falta con mi padre mientras estudiaba"

Paco Maqueda, un veterano del sector de la construcción con más de cincuenta años de experiencia, ha encontrado un nuevo horizonte en Sacedón, un pueblo de Guadalajara. Junto al embalse de Entrepeñas, ha adquirido cuatro casas y un terreno para dar forma a un proyecto que combina lo personal con una oportunidad de negocio, centrado en la rehabilitación de viviendas y el turismo vacacional. La elección de Sacedón no ha sido casual. Maqueda lleva mucho tiempo visitando la zona, pero fue la oportunidad de adquirir propiedades asequibles lo que le impulsó a invertir. "Empecé a ver casas que eran económicas, como yo tengo la empresa de reforma, las puedo reformar", señala. El proyecto arrancó con la compra de un lote de dos viviendas de la misma familia, y poco a poco, la cartera fue creciendo. El objetivo es doble: una de las casas se está reformando para su uso familiar, mientras que las demás se destinarán al alquiler turístico, aprovechando el atractivo de la zona, especialmente en verano. Las viviendas, aunque antiguas, poseen un encanto único y ventajas constructivas, como muros de hasta 80 centímetros que proporcionan un aislamiento natural excepcional. "El calor que hacía afuera y entrabas y se estaba de cine dentro", recuerda Maqueda. Una de las propiedades incluso cuenta con una bodega que mantiene una temperatura constante de entre 14 y 16 grados durante todo el año, una característica que pone en valor la construcción tradicional. El plan es ir arreglando las casas progresivamente, compaginando el trabajo con la alta demanda de su empresa de reformas en Madrid, porque, como él dice, "el día que tengamos tiempo, mal asunto, no hay trabajo". La trayectoria de Paco Maqueda comenzó a los 14 años, cuando compaginaba sus estudios con el trabajo en el taller de mármol de su padre en Madrid. "Estudiaba y trabajaba, y trabajaba con mi padre", rememora. Fueron años de aprendizaje intenso, donde se curtió en un oficio que entonces era puramente artesanal. Sus tareas abarcaban todo el proceso: desde mover pesados tableros de mármol hasta pulir cantos a mano o realizar los encastres para los lavabos. "Antes era todo manual, no hay como ahora, que ahora hay máquinas automáticas que te hacen todo", explica. En esa época, fue testigo de la transición del mercado hacia las imitaciones, un cambio que lamenta: "Lo natural es una pena porque lo pierdes, ahí se queda". Tras 34 años en el negocio familiar, Maqueda decidió emprender su propio camino. Se especializó primero en reformas y mantenimientos para grandes empresas y más tarde, se asoció en un proyecto de mayor envergadura dedicado a la restauración de bellas artes. Durante 20 años, trabajó casi exclusivamente para el Estado en licitaciones públicas, restaurando iglesias, conventos y patrimonio artístico. Una vez vendida esa empresa, lejos de retirarse, volvió a empezar con una empresa de reformas más pequeña y una tienda de cocinas en Moncloa (Madrid). Su reputación, forjada durante décadas, le ha garantizado una agenda siempre llena. "Te brean los clientes y te llaman", comenta sobre la incesante demanda que recibe. A pesar de haber fantaseado con cambiar de sector, su vocación siempre le ancla a la construcción: "Al final estás pensando, ya estoy cansado de la construcción, voy a buscar otro negocio, pero no sabes. Sabes hacer lo que sabes hacer toda la vida". Actualmente, compagina su negocio de reformas integrales llave en mano con el ilusionante proyecto de Sacedón. Mirando al futuro, su plan es claro. Cuando le preguntan qué hará a los 65 años, su respuesta es una declaración de intenciones: espera que alguien tome las riendas de sus empresas para que él pueda, por fin, dedicarse a otros ritmos. "Yo con 65 años tengo la vida, empiezo a vivir otra vez", concluye con convicción.