El coche blanco del padre Oleksander Bohomaz arrastra el barro del frente. Aparca con destreza cerca de la pequeña capilla de San Volodímir. Los feligreses entran y salen con bolsas de ayuda humanitaria. La mañana es gris, fría y la electricidad dentro del templo se desvanece a los pocos minutos. Los apagones se reproducen a diario por toda Ucrania desde hace meses. La agenda del sacerdote es apretada. Tiene prevista una reunión con un grupo de soldados pronto. No es capellán militar, pero visita a los defensores ucranianos muy a menudo. Ahora vive en la ciudad de Zaporiyia . Antes pasó nueve meses bajo la ocupación rusa en Melitopol, a unos 130 kilómetros de su nuevo hogar. Los ocupantes le... Ver Más