“Un fallo no me va a callar, solo la muerte”: víctima de las Farc

“El dolor era espantoso. Sentí cómo el cuerpo se me retorcía en calambres, cólicos que no paraban, una presión insoportable que no entendía”. El drama del reclutamiento es apenas un fragmento del testimonio de Deisy Guanaro. Cuando tenía once años las Farc la reclutó y la sometió a la implantación de un dispositivo de planificación que le dejó secuelas físicas y una herida que aún no cierra. Era una niña y ya cargaba en su cuerpo decisiones impuestas por la guerra, una violencia que, literalmente la atravesó para siempre. La guerra la había arrancado de su casa y de los brazos de su madre. Desde entonces, su vida quedó marcada por el control absoluto, los abusos sexuales, el silencio impuesto y una cadena de violencias que, asegura, no terminó ni con su rescate ni con la firma del Acuerdo de Paz. Le puede interesar: Violencia en el Catatumbo: Defensoría alerta por desplazamiento de 250 personas tras combates . Nunca volvió a ver a su familia durante los años que permaneció en cautiverio. Su historia, como la de muchas otras mujeres, permaneció durante años en los márgenes, opacada por el relato político del conflicto y por una justicia transicional que, a su juicio, ha sido selectiva. Su nombre reaparece ahora tras conocerse una sentencia de la Corte Constitucional que ordena a la periodista Diana Giraldo rectificar afirmaciones en las que señalaba a Sandra Ramírez, hoy senadora del partido Comunes y exintegrante de las Farc, de llevar niñas a Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, para que fueran abusadas sexualmente. El fallo tocó las fibras más sensibles de Deisy. Aunque la decisión judicial no le exige directamente retractarse, Deisy Guanaro sostiene que ordenar a una periodista rectificar la afirmación de que Sandra Ramírez fue una de las responsables de esos abusos equivale a pisotear su verdad, su dolor y su drama. Para ella, no se trata de una discusión abstracta ni de un matiz jurídico, es su propia experiencia la que queda en entredicho. Asegura que ella misma fue obligada por Ramírez a someterse a abusos sexuales, tal como lo relató la periodista, y considera que poner en duda ese señalamiento es volver a imponer silencio sobre una violencia que ya sufrió en carne propia. Para Deisy el fallo no solo tiene implicaciones periodísticas, sino que condena a las víctimas del conflicto armado a un nuevo silencio forzado, el de una “mordaza” que, afirma, protege la honra de antiguos comandantes mientras deja en la indefensión a quienes sobrevivieron. Desde hace meses, esta sobreviviente ha insistido ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para que la senadora Ramírez sea vinculada al macrocaso 07, que investiga violencia sexual y otros crímenes cometidos contra niños y niñas en el conflicto. Hasta ahora, su petición no ha prosperado. Aun así, ella ha decidido hablar. Lo hace pese a las amenazas, los desplazamientos forzados y el esquema de seguridad que hoy la acompaña. Habla porque, dice, callar ya no es una opción. En entrevista con EL COLOMBIANO, Deisy relata su historia desde el momento en que fue reclutada, revive los episodios de violencia que asegura haber sufrido bajo órdenes directas de mandos guerrilleros y explica por qué considera que el reciente fallo judicial no solo la afecta a ella, sino a cientos de mujeres que hoy dudan en contar lo que vivieron. Su testimonio es crudo, incómodo y doloroso, pero también es una denuncia frontal contra la impunidad y una exigencia de verdad, justicia y no repetición en un país que todavía debate a quién decide escuchar. “Usted viene denunciado desde hace tiempo que es víctima de senadora Sandra Ramírez, exguerrillera de las Farc. ¿Cómo recibió el fallo de la Corte?” “Es un fallo que nos pone una mordaza a nosotros las víctimas del conflicto, porque la Corte no puede decir que le están como ensuciando el nombre a una mujer que fue integrante de un grupo criminal y que todo el mundo lo sabe, esta mujer fue una de las más sanguinarias y proxenetas que ha tenido las Farc, y si bien es cierto esta mujer no ha tenido una sentencia ante un tribunal como responsable del reclutamiento forzado en Colombia, eso no la exime de sus actos. Yo como víctima directa de esta mujer, sí veo con mucha preocupación porque es borrar las cosas tan horribles que vivimos por los actos de esa señora”. ¿Han iniciado acciones legales contra la senadora? “Llevo una lucha de meses tratando de que la Jurisdicción Especial para la Paz incluya en el macrocaso 07 a la ahora senadora Sandra Ramírez, pero la JEP no hace nada, no la vincula, no es solo mi testimonio, son muchos más”. ¿Por qué si hay tantos testimonios la JEP no la vincula formalmente? “La JEP incluyó solo a seis comandantes del secretariado de las Farc en el macrocaso 07 que es el de los abusos sexuales y crímenes de lesa humanidad, pero como Sandra Ramírez no hacía parte del secretariado, por eso no la incluyeron y esa es mi preocupación, que no hagan nada solo por eso. Yo fui a la JEP y conté mi verdad, también les dije qué había pasado. Sandra Ramírez me mandó a abusar a mí. Ella era una mujer muy poderosa, porque era la mujer del comandante general de las Farc, Manuel Marulanda Vélez alias Tirofijo. Ella tenía absolutamente toda la influencia en este grupo armado”. Usted ha sido una de las voces más firmes en denunciar a la senadora. ¿Esa postura le ha traído amenazas? “Desde que yo me vengo enfrentando a la senadora y que la he denunciado públicamente ante los medios de comunicación, mi vida se ha convertido en una pesadilla. Me han desplazado más de cuatro veces, he recibido muchas amenazas de muerte, por eso tengo un esquema de seguridad, porque las amenazas han sido aterradoras, son amenazas de muerte. Me dicen que me van a asesinar, que van a matar a mis hijos, que me los van a desaparecer. Por eso, como víctima y como activista veo con mucha preocupación lo que está pasando, que la Corte haya emitido ese fallo, me preocupa mucho, porque otra vez vuelven a colocarnos una mordaza a las víctimas del país”. ¿Para ustedes como víctimas cuál es el impacto real del fallo? “Es tan grave como que ahora mis compañeras de lucha, otras mujeres víctimas de los abusos me dicen que ya no quieren hablar por miedo, porque la Corte está diciendo que estamos ensuciando la imagen de una mujer que nosotras sabemos que es una de las criminales más sanguinarias, porque Sandra Ramírez era la enfermera de las Farc. Ella nos hacía los abortos forzados a miles de niñas en las Farc. Y lo que más me duele, es la impunidad tan grande que la JEP le ha dado a estos criminales”. ¿Usted también se va quedar callada? “Yo no. Mi denuncia es de frente, y seguiré diciéndole a la Corte, quíteme esa mordaza, pero yo no me voy a quedar callada, porque yo fui víctima de esta mujer en dos ocasiones, donde me mandó a abusar de Pablo Catatumbo y de otros viejos, abusos inhumanos. Yo tenía apenas 12 años. Si mis otras compañeras no quieren hablar, yo sí voy a seguir dando la pelea y exigiéndole a la Jurisdicción Especial para la Paz que incluya a esta mujer en el macrocaso de abusos sexuales. Si la JEP no hace justicia vamos a llevar el caso ante la Corte Penal Internacional”. ¿Cuándo lo harán? “Esto no es fácil. Para una víctima es muy difícil conseguir un abogado que sepa de litigios internacionales. Estamos buscando uno que nos diga “Deisy, Vanessa, Johana, Clara, queremos representarlas”. Lo que si tengo claro es que no es hora de quedarnos calladas. Por años el nefasto proceso de paz nos silenció y nos obligó a quedarnos calladas. Duramos ocho años en silencio después de la firma del acuerdo de la paz, mientras los criminales enaltecían su nombre en este país y les dieron curules gratis. Las víctimas estamos silenciadas, amenazadas y, sobre todo, obligadas a que nuestras historias sean olvidadas”. Cuéntenos su historia, cuándo fue reclutada... “Yo tenía once años cuando las Farc me arrebató de los brazos de mi madre. Me subieron a una camioneta. Solo dijeron que me llevaban a la guerra, mi madre me sostenía fuerte de los brazos, pero nos separaron. Ella les pedía que no lo hicieran, que yo era una niña y los guerrilleros le dijeron que ya tenía el cuerpo desarrollado para irme con ellos. Desde el primer día abusaron de mí, me torturaron, me colocaron un método de planificar en el útero, me abrieron las piernas e introdujeron el dispositivo, yo sentí que me habían sacado el útero, recuerde que tenía once años. Lo que me metieron fue una T de cobre, cuando la introdujeron me desgarraron por dentro, el dolor era insoportable, yo ni siquiera me había desarrollado. A los ocho días de haberme torturado de esta manera, un hombre como de 58 años me violó de la forma más asquerosa, aun teniendo semejante dolor en el útero, ese abuso desvió parte de mi cadera. Desde ese día no pararon los abusos y los maltratos”. ¿Cuándo conoció a Sandra Ramírez? “A los doce años me trasladaron a San Vicente del Caguán. Allí corro con la desgracia de conocer a esta mujer, la carnicera de las Farc, le digo yo. Ella nos reunía a más de veinte niñas entre los once, doce y trece años. Nos hacía hacer una fila, y nos repartía ropa interior, nos decía que teníamos que desfilar en frente de todos estos comandantes borrachos, y al que le llamáramos la atención le teníamos que hacer caso, complacerlo y si nos negábamos el castigo era un consejo de guerra. El primer día que me tocó ese desfile, me abusó Pablo Catatumbo (actual senador del Partido Comunes), de una manera tortuosa, asquerosa, humillante, dolorosa. Primero nos manoseaban asquerosamente y luego nos accedían carnalmente. Ese día fui violada por Pablo Catatumbo, por órdenes de esa señora Sandra. Recuerdo que al otro día de ese abuso tan tenaz, yo estaba humillada, adolorida y sangrando, apenas estaba saliendo del shock cuando llega esta señora y nos pasa la ropa interior para volver a desfilar, yo le rogué que no me hiciera eso, que no podía del dolor, pero no le importó, me pasó calzones color fucsia y tuve que desfilar. Ese día otro hombre abusó de mí, no le importó que aún tenía la sangre del abuso anterior”. Eso es lo que ahora debe callar. “Sí y no lo haré, hoy tengo 39 años y no voy a permitir que esa historia de mi vida me la robe la Corte. Llevo años guardando este dolor y sufrimiento y es injusto que tengan más privilegios los criminales que las propias víctimas. Es muy doloroso”. ¿Cuánto tiempo estuvo reclutada por las Farc? “Tres años, pero pudieron ser más. Esta gente a los niños los llevaba como carne de cañón, botines de guerra. Un día me llevaron a un combate y me pusieron adelante junto a otros 15 niños. Ese día mientras los comandantes se escapaban, los niños estábamos como escudos humanos. Todos mis compañeros murieron y a mi me rescató el Ejército, salí viva de milagro. Luego estuve bajo custodia del ICBF hasta que cumplí la mayoría de edad”. ¿Se reencontró con su mamá? “Sí, pero lo hice 12 años después. Esa historia de mi vida es muy dolorosa. Me volví a ver con mi madre cuando tenía 24 años. El recuerdo de mi mamá me consoló siempre cuando estuve en el monte. Estando en la guerra hice un esfuerzo gigante por no olvidar su rostro. La única imagen que yo guardaba de ella era arrodillada en el medio de una carretera, gritando mi nombre mientras me llevaban las Farc. Tengo esa imagen marcada siempre en mi mente. Cuando la volví a ver no era la misma imagen, me encontré con una mujer enferma, viejita y con una profunda tristeza. A mi madre no solo le quitaron a su hija, también le reclutaron otros tres hijos. Ese dolor la mató. Solo la vi como en cuatro ocasiones, me quedé con el deseo de haberla aprovechado más, de haber compartido con ella”. ¿Cómo ha sido su vida tras el rescate? “Dura. Siempre he tenido una lucha para sacar adelante a mis hijos. Por culpa de todos esos abusos que sufrí, quedé con muchos traumas. Intenté tener un hogar, pero no fui capaz de superar mis traumas. Ahora soy una mamá común y corriente que trabaja todos los días para darle de comer a sus niños. Pero es muy difícil, porque, por ejemplo, en estos momentos que me he enfrentado al Partido Comunes, y más especialmente a Pablo Catatumbo y a Sandra Ramírez, eso me ha costado mi trabajo, me ha costado mi estabilidad, me ha costado mi tranquilidad, porque me tienen totalmente amenazada”. Aun así, las denuncias no van a parar. “Me pueden perseguir todo lo que quieran, pero mi verdad jamás va a claudicar frente a los criminales. Mi lucha es de frente y poniéndole un rostro al país, porque yo quiero que el país vea la cara de una de las miles de víctimas de las Farc. Ya no tengo miedo, la niña que silenciaron a los 11 años, ya es una mujer de 39 años que no tiene miedo. Levanto mi voz buscando justicia, verdad y no repetición. Y como le digo a mis hijos cuando me preguntan ¿cómo me podrían silenciar? Yo les digo que me callaré cuando muera, cuando me asesinen”. ¿Se ha encontrado cara a cara con sus victimarios? Sí, el 8 de abril de este año, el día de la conmemoración de las víctimas, tuve el honor de ser invitada al Congreso de la República, y allá, después de tantos años, vi a mis abusadores. Los vi ese día en el Congreso, ellos sentados allá en una en una silla, dándoselas de dignos desde sus curules, y las víctimas tratando de que nos escucharan nuestra verdad y ese día solo nos dieron dos minutos para que las víctimas contáramos un poquito de nuestra historia, eso es increíble. Ese día vi a ese Pablo Catatumbo y vi a esa mujer, sentí una profunda indignación, no me cabía en la cabeza cómo estos personajes que le hicieron tanto daño a miles de niños en este país, estuvieran ahí tan campantes, tan felices, en esas sillas en el Congreso, fue un acto de revictimización, y y salí creyendo menos en la justicia de Colombia. Hoy ratifico que la justicia en Colombia está de parte de los criminales”. Para leer más noticias sobre política, paz, salud, judicial y actualidad, visite la sección Colombia de EL COLOMBIANO.